Los autores exigen una "compensación justa" por la escucha musical 'online'

  • Madrid es la sede mundial de la lucha por los derechos de autor.
  • Representantes de más de 3 millones de creadores y editores 121 países analizan el reparto de los beneficios.
  • Denuncian que no se han producido cambios desde la época del CD.

Las plataformas de escucha online parecen haber abierto una nueva vía para la música a salvo de la piratería, pero el reparto actual de los ingresos dista mucho de ser "justo", según ha denunciado este miércoles la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (Cisac).

Se trata de una de las principales reivindicaciones de este organismo, que celebra este miércoles y este jueves en Madrid una reunión auspiciada por la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), convirtiendo a la capital española en sede mundial de la lucha por los derechos de autor, con representantes de más de 3 millones de creadores y editores, de 231 entidades de gestión colectiva de 121 países.

"En la época del CD, el reparto entre todos los actores del proceso estaba claro, pero en este nuevo escenario de internet los autores siguen cobrando el mismo porcentaje que percibían entonces, a pesar de que ya no hay gastos de distribución ni almacenaje", ha denunciado el italiano Lorenzo Ferrero, presidente del Comité Ejecutivo del Consejo Internacional de Creadores de Música (CEAM).

Se trata del órgano profesional dependiente del Cisac, que, convertido en foro de reflexión entre creadores, analiza la relación entre estos y los editores, la protección de sus derechos y el impacto sobre ellos de la reorganización de la industria cultural, toda vez que, destacan, esta representa el 3,4% del PIB mundial.

Según ha puesto de manifiesto Ferrero, que es compositor de música contemporánea, este miércoles es "dramáticamente más difícil ser autor" que hace veinte años y ha recalcado que hacen falta "millones de escuchas" en servicios como Spotify para igualar los beneficios que se obtenían en la floreciente época del CD.

"Nadie se volvería hoy rico si escribiera una canción de éxito", ha lamentado, al tiempo que reconocía que "vivir toda la vida de una canción podía ser percibido como algo injusto" y que quizás ese tiempo de apogeo de la industria musical fue igual de irregular que la crisis actual.

Spotify, líder mundial del llamado streaming o servicios de escucha en línea, informaba hace unos días que solo retienen el 30% de los ingresos obtenidos con cada canción y que en 2013 retornó a la industria musical unos 500 millones de dólares a nivel mundial.

"Seguramente, menos de un 10% recala en los autores", afirma Ferrero, que cree que, con estudios económicos en la mano, hace falta sentarse en una mesa en busca de una redistribución y "compensación justa".

En opinión de Ferrero, a pesar de que internet funciona con contenidos, las creaciones culturales están actualmente menos valoradas que, por poner un ejemplo, los hallazgos tecnológicos.

Problemática internacional

A pesar de ello, muchas webs de contenidos ilegales se nutren de su trabajo para atraer visitas y lucrarse a través de publicidad, por lo que defiende medidas como la llamada Operation Creative en Reino Unido, que ha permitido la "suspensión" de 40 sitios en internet.

En esta operación, tras un proceso formal de "prevención y disuasión", la lista de páginas que se negó a retirar contenidos ilegales fue facilitada a agencias de medios con la petición de eliminar publicidad de dichas webs, cortando así su modo de lucro.

La Cisac defiende que la lucha contra la piratería en internet requiere de una legislación internacional contra estas páginas con afán de lucro, como lo era Megaupload, y se muestra a favor de la constitución de una especie de Interpol en la red.

Ferrero, que se muestra a favor del equilibrio entre los derechos constitucionales, ha recordado un reciente caso en Italia, donde un tribunal cortó el acceso a una red social rusa con un porcentaje mínimo de usuarios en el país transalpino, pero que estaba siendo utilizada para piratear contenido ilegal.

"Yo prefiero en ese caso que prevalezca mi derecho constitucional a la libre comunicación, lo que no significa que me guste que se pierda dinero de un film cuyos beneficios son necesarios para el futuro de la industria cinematográfica", ha reconocido.

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