Chozas de Canales, una localidad toledana de algo más de 1.000 habitantes, ha sido escenario de uno de esos episodios de maltrato animal que pone los pelos de punta a todo aquel con un mínimo de sensibilidad y que, por desgracia, son tan habituales en España.
Aunque el emplazamiento es diferente, y lo acontecido tiene sus propios matices, las víctimas se repiten una y otra vez: los galgos.
En esta ocasión la tortura ha señalado a Drillo, un perro famélico y desesperado por el dolor que ha deambulado durante meses con una soga atada al cuello, y después de que sus verdugos hayan intentado ahorcarle en repetidas ocasiones.
Por si fuera poco, alguien tuvo el detalle de amarrar un ladrillo al final de la cuerda.
Asustado y dolorido
Sólo el interés de un matrimonio del pueblo, que daba de comer a Drillo y que avisaron a la Asociación Nacional Amigos de los Animales (ANAA), le ha podido salvar la vida.
No obstante, la captura del animal no fue una tarea fácil, ya que el miedo y el dolor hacía muy complicado alcanzar al can. "Tuvimos que enviar a nuestro grupo especializado en rescates, ya que Drillo huía cada vez que veía a alguien y era muy difícil cogerlo", asegura Laura Trillo, voluntaria de ANAA.
El galgo tuvo que ser operado de urgencias durante tres horas, ya que la herida de su cuello de más de tres centímetros de espesor ha ido cicatrizando con la soga en su interior. Además, y según informa ANAA, también tenía señales de tortura en sus patas.
"El animal tuvo que sufrir una terrible agonía durante su ahorcamiento", asegura Trillo, quien reconoce que ha sido imposible identificar al autor de la tortura porque "todos los cazadores se protegen entre ellos, y nadie decía nada".
Anteproyecto de ley
El pasado 26 de enero, el Consejo de Ministros aprobó el anteproyecto que recoge la futura ley de biestar animal.
En la norma se regula la "prohibición de las actividades consideradas más graves, tales como el maltrato, el abandono o la utilización de animales en peleas".
"La mayor novedad de la ley es que se ha incluído un apartado específico para perros y gatos, y además se endurecen los castigos", asegura Nacho Paunero, presidente de El Refugio.
De esta forma, y dependiendo de la gravedad de la infracción, el caso irá por vía administrativa o penal. "Un ahorcamiento puede ser castigado con la cárcel", matiza Paunero.
No obstante, y tal y como demandan las distintas asociaciones protectoras, lo que urge es una ley marco específica contra el maltrato animal. "El Gobierno ya está elaborándola, y estoy seguro de que no tardará en llegar", afirma Paunero.
Ahora sólo falta una cosa: "La gente debe denunciar para que se pueda aplicar la ley", insta Trillo.
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