Por partes: Pedro Albarado, presidente de la Asociación de Vecinos del Ensanche, se queja de la alarma social generada por las quince prostitutas que llega a haber los jueves, viernes y sábados en la acera de General Concha. El resto de días se repite el fenómeno, pero más levemente.
«Hay broncas, jaleo... En la calle las chicas te abordan y te ofrecen sus servicios... Además, a muchas vecinas jóvenes las confunden con prostitutas y las piden precio», se lamenta Albarado.
Y sigue: «También hay que ver a las prostitutas con los clientes en la calle Particular de Acosta teniendo relaciones».
Pero la prostitución no es un delito, recuerda Marian Arias, presidenta de Askabide, asociación de apoyo a las prostitutas. «Nadie puede decir nada a una mujer por estar en la calle. Otra cosa es que monten escándalo», separa.
En esas están. Mañana por la noche Askabide mantendrá una reunión con las prostitutas de General Concha. A esta cita también acudirá una representación del Ayuntamiento. Se dirá a las mujeres que vale, que podrán seguir ejerciendo la prostitución, pero que los vecinos se quejan, así que hagan el favor de mantener el orden, el silencio y la discreción pertinente.
El presidente vecinal, Pedro Albarado, se conformaría con Policía permanente en la calle. «Una patrulla aparcada supone que las chicas se vayan y los clientes pasen de largo. Es sólo disuasorio, pero funciona», relata.
El Ayuntamiento ha prometido más Policía, pero los vecinos hasta la fecha no la han visto. En el fondo, el Consistorio sabe que si las mujeres marchan, irán a otro lado.
El cliente marca la zona
El puesto de trabajo de las prostitutas no lo deciden ellas, sino el cliente. Según la presidenta de Askabide, las prostitutas dejaron de hacer la calle en las Cortes porque la zona sufrió tal degradación que ni iban los clientes. «Entonces fueron a Zabalburu, y luego a Miribilla, General Concha... ni desde Askabide sabemos a ciencia cierta qué les lleva a moverse tanto». Con todo, a Marian Arias le parece desproporcionada la alarma social despertada porque una docena de chicas ejerzan la prostitución. Al otro lado está la asociación vecinal, que pide en Bilbao la Ley Cívica impuesta por el Ayuntamiento de Barcelona. Ésta multa a los clientes callejeros y prohibe la mendicidad, los músicos en la calle, sentarse en el suelo, los bares nocturnos...
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