El buitre leonado (Gyps fulvus), una de las mayores rapaces de la península, comparte el cielo con el buitre negro, el quebrantahuesos y el alimoche, pero a diferencia de ellos ha logrado salir de la "línea roja".
En los últimos años ha pasado de 8.000 a 16.000 parejas, explicó el biólogo José Antonio Donazar. Mientras, la población de
Aunque no se sabe a ciencia cierta el motivo de la recuperación del buitre leonado, su comportamiento "sociable" para buscar alimento podría haberlo favorecido, según Donazar, que trabaja en el departamento de Biología Aplicada de la Estación Biológica de Doñana (Huelva).
Trabajador en equipo
A diferencia de los otros carroñeros, el buitre leonado busca el alimento en conjunto, "por lo que puede haber hasta 200 aves de la misma especie realizando esta tarea". Para Donozar, otra diferencia que le ha podido ser útil al buitre leonado para forzar su supervivencia es que "puede recorrer entre 100 y 170 kilómetros de distancia en busca de comida, mientras que las otras especies son aves más territoriales a las que prácticamente les tiene que caer el alimento encima".
Aunque se ha registrado una reducción en el uso de venenos, prohibidos desde 1984, Donozar afirmó que cuando son utilizados, los animales pequeños se ven más afectados pero como el buitre leonado come cadáveres grandes, "tiene menos posibilidades de morir por envenenamiento".
Recordó que a partir de los 80, se pusieron en marcha varios proyectos de recuperación de la especie asegurando su supervivencia y permitiendo que estas especies "cumplan con eficacia su importante papel ecológico de estabilizadores de la calidad ambiental de los territorios" concluyó.
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