Eugenio Merino: "Los espacios para el arte están al servicio del político de turno"

Eugenio Merino se enfrenta a Franco en lo artístico; y a su Fundación en lo judicial.
Eugenio Merino se enfrenta a Franco en lo artístico; y a su Fundación en lo judicial.
BELÉN CERVIÑO
Eugenio Merino se enfrenta a Franco en lo artístico; y a su Fundación en lo judicial.

Eugenio Merino (Madrid, 1975) es un artista que ha conseguido lo nunca visto: poner de acuerdo a las tres religiones mayoritarias. Judíos, musulmanes y católicos ofendidos por obras suyas, como el dibujo de un Jaffar suicida en la exposición Mondolirondo o la instalación Stairway to heaven, en la que aparece un musulmán rezando, un católico encima de su espalda y sobre ellos, un rabino, junto con una vitrina con una Biblia, un Corán y la Tora. ¡Anatema! ¡Hereje! Querían quemarlo vivo, pero sobrevivió a las llamas del fundamentalismo para elegir a sus próximas víctimas: los dictadores.

Este año no va a estar en ARCO, sino en el banquillo. ¡Españoles, Franco no ha muerto. Está bastante vivo! Merino presentó en la pasada edición de la Feria de arte Always Franco, una hiperrealista caricatura/escultura del dictador congelado e introducido en una nevera de Coca-Cola. La Fundación Franco denunció al artista, que espera el juicio para el 21 de febrero. Una sentencia que marcará un antes y un después en cuestión de libertad de expresión.

Empezaste con pintura. ¿Cómo eran esos primeros trabajos?

Los primeros trabajos eran mucho menos irónicos y con menos contenido que los de ahora. A mí no me interesa demasiado esa etapa de mi trabajo, pintaba mucho y pensaba poco. Ahora hago todo lo contrario.

¿Tienes presente a la hora de concebir tus obras cuál es tu procedencia?

Tengo en cuenta las ideas y el mejor medio para realizarlas.

¿En qué momento cambiaste tu manera de trabajar y pasaste a pensar más y pintar menos? Cuéntame tus motivaciones para meterte de lleno en la escultura/instalación.

Acabé harto de pintar y de estar encerrado en el estudio y decidí hacer otra cosa. Algo que tuviera más que ver con las ideas y menos con el trabajo. Fueron el aburrimiento, la repetición de los mismos procesos y, sobre todo, no sentir nada como espectador de mis propios trabajos. No sé si se dice "como espectador de mis propios trabajos" o "como espectador ante mis propios trabajos"...

O contra tus propios trabajos, si eres demasiado exigente...

Bueno... tú lo pones como quieras.

No sé si es una cuestión técnica, lo dudo; pero en tu sitio web tan solo hay un trabajo registrado de antes de 2010.

Es una cuestión técnica. Hace unos meses se cayó mi web y no he podido aún reponer todo. Pero lo haré.

¿Para un artista de 2013 es fundamental manejar las herramientas de autopromoción?

Es importante manejar las herramientas del diseño, puesto que son las mismas herramientas que usamos en nuestro trabajo. Para la promoción están las galerías, que para eso se llevan el 50% del beneficio.

Entiendo la galería, el sitio web, etc. como espacios de promoción profesional, y el Facebook, obra de Belzebú, creo que funciona en gran medida como autopromoción personal. Eres muy activo en tu Facebook, donde, como en tu obra, hay mucho humor.

Facebook es una red social, eso es lo que es. Mucha gente intenta vender u ofrecer una imagen culta de sí mismo. Cuando yo cuelgo algo en Facebook pienso que lo van a leer 'mis amigos', así que yo actúo como si estuviera con ellos. Facebook es un fiel reflejo de las personas, de sus complejos, de sus fobias y filias, y de sus miedos.

Y una forma de comunicación que en poco tiempo se ha convertido en masiva. Una de las inquietudes que veo en tus obras desde los comienzos es cómo los medios de comunicación de masas influyen en los comportamientos sociales, o eventos y sistemas masivos, desde las religiones hasta Los Simpson. ¿Es así? ¿Crees que aquello que atrae a las masas tiene un componente problemático?

Los medios de comunicación son medios de manipulación. Pero no todo lo que atrae a las masas es problemático. Los Simpson, sin ir más lejos, son una joya apreciada por la masa. El problema no son las masas, sino las élites. En España tenemos unos medios de comunicación totalmente polarizados. Todos ellos al servicio de la política y de los partidos. Por suerte uno ya puede construirse una nueva realidad con la información de Internet.

Otro de los problemas en nuestro país es que el circuito del arte está también muy politizado, ¿o no es para tanto?

El arte está totalmente politizado. Los espacios para el arte están al servicio del político de turno, y la figura del comisario, en muchos casos, está sujeta a sus exigencias. Provocador en la sociedad ultraconservadora en la que vivimos es ver una obra de Bruce LaBruce o una pieza de León Ferrari. Esto pasa cuando sacas la religión a la calle o la metes en la política.

¿Pero crees que en España la injerencia es mayor que en otros países? ¿Te ha tocado sufrirlo en primera persona?

Es mucho mayor, y sobre todo es mucho más torpe. En España existe la censura encubierta y directa. Yo lo he vivido muchas veces y casi siempre he optado por decirlo. En los casos en los que ocurre, yo siempre denuncio a la persona encargada de velar por el arte, ya sean comisarios, galeristas o directores de feria. Ellos son los primeros culpables.

¿Tuviste problemas de censura con tu primera exposición 'polémica', Mondolirondo (2006), en la galería T20?

Bueno... Ahí no hubo censura. Ahí nos encontramos con la presión de la religión sobre nuestras vidas. Pero esto es normal, puesto que hemos aceptado la presencia de la religión en las calles y en las instituciones, cuando la religión es algo estrictamente personal. En T20 lo que ocurrió fue un malentendido con uno de los dibujos expuestos, pero la cosa no fue a más.

Conseguiste que un imán se interesara por el arte contemporáneo y visitara una galería. No está mal...

La verdad es que sí... Ahora bien, no es el público objetivo de una galería de arte contemporáneo.

Otra obra que causó mucho revuelo fue Stairway to heaven. ¿Esperabas tanta bronca?

El arte debe estar al límite y plantear dudas. Stairway to heaven las plantea, pero también es una utopía. La colaboración de las tres religiones monoteístas para conseguir un objetivo común es una idea positiva, y curiosamente la mayoría de los creyentes lo ven en negativo, mientras que los no creyentes lo entienden en positivo. Lo grave es que una semana antes de ARCO, su directora de entonces, Lourdes Fernández, había dicho que la pieza le parecía bien, pero durante la feria intentó que se quitase del stand. Me da vergüenza la dirección que ha tomado ARCO, la verdad, y si se hunde es porque los nuevos directores no saben cuál es el rumbo de una feria que ya ha perdido su lugar.

¿Crees que con la dirección de Rosina Gómez Baeza entre 1986-2006, ARCO era menos conservador?

Por supuesto que sí. Ella tenía muchos menos complejos y ARCO mucho más interés. Ahora mismo el coleccionista internacional tiene todo lo que ofrece ARCO y mucho más en ART MIAMI, porque compararlo con ART BASEL MIAMI es no tener ni idea de cuánto ha descendido nuestra querida feria. Solo espero que cuando sustituyan a Carlos Urroz [actual director de ARCO],  lo hagan por alguien que no sea tan ultraconservador.

Bueno, en la edición del año pasado se pudieron ver obras muy políticas, como las obras de Antoni Miralda, García Andújar, PSJM...

Y muchas más, como las de Democracia, Santiago Sierra, Marlon de Azambuja o Mateo Maté. Pero es que si no exponen ellos, ya sería Artemadrid.

Y la más polémica de todas... (redoble de tambores) Always Franco, de Eugenio Merino.

Por una sencilla razón; porque llegó a los medios de comunicación como noticia. Como portada de El País y con una entrevista donde contaba todo el proyecto de Always Franco y hablaba de la película documental que estamos haciendo Pedro Temboury, Alex Mendíbil y yo sobre el tema del arte político y la censura. La polémica es muy sencilla. La portada salió el día de la inauguración de ARCO, en el supuesto espacio donde el director de la feria debería haber salido explicando su modelo de la misma. Pero ese espacio lo ocupó una pieza de Franco, irónica y crítica, metáfora de la presencia de Franco en nuestra sociedad e instituciones. Algo que no gustó a Fermín Lucas (director de IFEMA) y tampoco al director de la feria (Carlos Urroz).

Pero la pieza resultó dar en el clavo puesto que la Fundación Franco pidió la retirada de la obra en una carta dirigida a José María Álvarez del Manzano, exalcalde de Madrid y presidente de la junta rectora de IFEMA, y este, en su amplio conocimiento del arte español y célebre por haber recuperado la escultura de La Violetera, dio la razón al presidente de la Fundación Franco al considerar la obra como una falta de respeto al dictador, o como lo llaman estos personajes, 'jefe de Estado'. Y no solo eso, sino que intentó por todos los medios que fuera retirada del stand. Por suerte, a veces los medios de comunicación son nuestro escudo contra de la censura, y les pareció que el escándalo podía multiplicarse si se quitaba una pieza que estaba en la portada de un periódico.

¿Qué expectativas tienes de ese juicio? ¿Si fueras tu propio abogado cuál sería tu defensa?

Espero ganar, porque esto no puede pasar más. No puede pasar que cada vez que un artista haga una pieza sobre el franquismo, sobre la dictadura o sobre lo que quiera, una fundación como esta, con subvenciones públicas, pueda demandar y le salga gratis, mientras que nosotros tenemos que pagar abogados, procurador y la posible demanda.  Por suerte tengo una amiga que es una buenísima abogada que me está defendiendo. Tengo el apoyo de artistas y gente del sector. No es una cuestión de que guste mi obra o no guste, es una cuestión de libertad de creación y expresión. Y en eso debemos estar todos de acuerdo... Aunque no todos lo están, puesto que al director de la feria se la trae floja.

Volviendo al aspecto más artístico... ¿Crees que mostrar una obra política en una feria desactiva el mensaje?

Depende. Una pieza como Always Franco se construye con el público y los medios de comunicación, así que el mensaje se multiplica. No hay mucha diferencia entre una feria y una galería. Se desactiva el mensaje cuando un político no protesta.

¿Se vende  tu obra? ¿Conoces a los coleccionistas que tienen piezas tuyas?

Hasta ahora, vender bien en el argot galerístico era vender a un museo o a una gran colección. Esto suponía un descuento aun mayor que el normal del 20%, puesto que eran ellos los que te hacían 'un favor'. Además eran pagadores lentos y muchas veces se retractaban. Por suerte, mis coleccionistas siempre han sido buenos pagadores y mejores amigos. Con muchos me voy de cena y de copas.

¿Crees que tienen un interés únicamente artístico al comprar una obra tuya?

Las monstruosidades que hago solo tienen interés artístico. Al que intente invertir en mí, ya le digo que hace mal. El que invierte debe asesorarse muy bien, buscar esas obras de oficina, esos trabajos que tan bien se vendieron en la época de la construcción: fotos de arquitecturas frías y 'elegantes', cuadros abstractos con color, pero no demasiado... obras que no hay que defender puesto que no dicen nada. Esas obras suben como la espuma o estallan como las burbujas.

Es decir, obras que nunca pueden ser consideradas 'irrespetuosas'. ¿Alguna vez alguien te ha dicho que tu obra es una falta de respeto?

Muchas veces. Pero es que el respeto hay que ganárselo. Y no basta con decir que hay que respetar, hay que argumentar. Y que dios existe porque la fe existe no me parece un argumento. Y a Franco, que hay que respetarlo aunque sea un dictador porque la fundación dice que es un tipo genial en su web, tampoco.

Vamos con una polémica internacional, la de Hirst/Hockney sobre si el artista debe ser el creador 'real' de su obra o es lícito tener unos empleados para realizarla . Tú te pones manos a la obra en el proceso...

Creo que es un debate estéril. Cada artista es libre de elegir su camino. Damien Hirst necesita mucha gente trabajando para él, puesto que produce mucho y su mano no es necesaria, ya que trabaja con ideas, mientras que Hockney vende cuadros pintados por él; esa es su marca. Yo soy mucho más feliz trabajando con gente. Sí que es cierto que trabajo en cada pieza por lo menos en una parte, pero otras las hacen mis ayudantes, que también participan en las ideas. Es mucho más productivo y enriquecedor para todos compartir y debatir las ideas.

¿En qué estás ahora?

Estoy preparando una escultura de Chávez en una nevera que se expondrá en SCOPE Nueva York con Unix Gallery, de la cual se han vendido ya las tres copias, y estoy haciendo otra escultura para un coleccionista filipino que la expondrá junto a sus piezas de Damien Hirst, Bacon o Murakami. También estoy preparando ideas para una expo en Barcelona y otra en Nueva York, y a la vez tengo varias colectivas en estos meses...

¿Este año no se va a ver obra tuya en ARCO?

Podríamos decir que pese a todas las explicaciones que te puedan dar, estoy vetado.

Algunos dirán que en esta entrevista se ha hablado más de polémicas que de arte porque sobre arte tampoco tienes tanto qué decir...

En España hablar del arte es desviarse del tema.

Señalar la hipocresía

Eugenio Merino no solo plantea fugaces chistes en sus instalaciones. Su objetivo es señalar la hipocresía. Y él la encuentra no solo en las religiones o en los dictadores (pasados y actuales, de derechas y de izquierdas), sino también en los medios de comunicación, en el hiperconsumismo, en la insolidaridad y también en el mismo medio artístico.

En su escultura For the Love of Go(l)d aparece uno de los artistas más famosos, Damien Hirst, suicidándose con una de sus obras, la calavera de diamantes, estampada en la camiseta. La conocida calavera es una reflexión acerca de la caducidad de la vida frente a la permanencia de los diamantes, que, dicen, son para siempre. Curiosa propuesta de alguien que le ha dado más importancia al precio que a la calidad de sus creaciones en su irregular carrera. Merino eleva la reflexión al cubo y lanza una hipótesis macabra en esta obra: muestra a Demian Hirst como alguien capaz de quitarse la vida para alcanzar la eternidad. Un vanitas posmoderno.

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