El declive de las salas X en Madrid entra en su recta final

  • De las tres salas de cine X que quedaban en la capital, una echó el cierre hace varias semanas y otra se alquila.
  • Su número de espectadores ha disminuido en 100.000, según los últimos datos del Ministerio de Cultura.
  • Es uno de los sectores más afectados por Internet y el aumento del IVA.
Interior de una sala de cine.
Interior de una sala de cine.
GTRES
Interior de una sala de cine.

Años fraguando las fantasías eróticas de miles de madrileños para acabar convertidas en una vieja rémora de tiempos pasados, aquellos de películas clasificadas 'S' (filmes de la época de la transición, situadas entre el porno y el destape) y cintas de vídeo caseras. Las salas X de la capital languidecen poco a poco hasta el punto que, de las tres que quedaban con vida, una cerró hace unas pocas semanas y otra se alquila.

El ardor de Internet y el aumento del IVA ha terminado por dar la puntilla a un sector que en diez años ha visto disminuir sus ingresos en un millón de euros y su número de espectadores en 100.000, según los últimos datos del Ministerio de Cultura. Este tipo de salas vivieron su época de esplendor en los años 80, cuando en la capital funcionaban hasta 13 cines X. Muchos eran salas de barrio que aprovecharon la apertura de mentes de aquella década para especializarse en un sector que les reportaba cuantiosos beneficios.

El ejemplo más característico era el de la calle Postas (Centro), abierto en los años 40 como una sala de cine convencional y que en 1985 se pasó al porno, coincidiendo la ley Miró que exigía que este tipo de películas se exhibieran en salas especiales. Hace unas semanas echó el cierre completo para venderse a un nuevo propietario que lo reconvertirá en un negocio totalmente distinto.

Al poco tiempo le siguió el cine X de la Corredera Baja de San Pablo (otrora el histórico teatro Cervantes). Este último aún no ha cerrado, pero tiene puesto un cartel de "se alquila" en la fachada. El único que permanece abierto es el Alba (ubicado en la calle Duque de Alba) gracias a una política de sesión contínua que lo asemeja más a un club social. "La diferencia de esta sala con respecto a las demás es su trato al cliente. Las de la Corredera y la calle Postas eran más sórdidas y cutres. El Alba tiene una clientela más fiel que agradece la amabilidad con la que se les trata, por eso resiste mejor la crisis", explica Omar A. Razzak, autor del largometraje Paradiso, que narra el ocaso de este tipo de salas en Madrid.

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