Nicolas Barrome, ilustraciones que mezclan a Archimboldo y Dalí con Bob Esponja

  • Dibuja, pinta y elabora murales con una sobrecarga de formas y texturas.
  • Mezcla estímulos tan dispares como las pinturas del Bosco, los retratos de verduras de Archimboldo y el grafiti.
  • Entre los trabajos del artista francés abundan las composiciones abigarradas protagonizadas por comida humanizada y criaturas fantásticas.
'Un bout de bois' ('Un trozo de madera'), una de las obras del artista francés
'Un bout de bois' ('Un trozo de madera'), una de las obras del artista francés
© Nicolas Barrome
'Un bout de bois' ('Un trozo de madera'), una de las obras del artista francés

Dalí, Archimboldo, Bob Esponja, el Bosco, el lenguaje sinuoso del grafiti, las visiones de apocalipsis medioambiental de Josh Keyes... El ilustrador, diseñador y muralista Nicolas Barrome (San Juan de Luz-Francia, 1980) tiene espacio para cualquier estímulo. Aunque el resultado final parezca una escena críptica que sólo su autor puede desentrañar, cada obra es una sobrecarga de elementos que muchas veces despiertan una sonrisa inicial y siempre se comprenden al instante sin que la lógica intervenga.

Un perro convertido en un helado de fresa y nata, un lago infestado de criaturas marinas fantásticas y amenazantes, un pato con zapatillas que mira de reojo y con nerviosismo los útiles de cocina y los condimentos que lo rodean en una cocina...  La colección de imágenes realizadas en texturas y formas suaves no encierran un significado final: "Me encanta que alguien se ría con uno de mis dibujos, que un niño al ver uno de mis murales le diga a su madre '¡Mira mamá!', que una abuela me vea pintar en la calle y me diga 'No entiendo nada de lo que pintas, pero es muy bonito'. Prefiero eso a comunicar un mensaje".

Trabaja solo y también pertenece al colectivo Jeanclode, un grupo de tres artistas franceses que hacen obras en colaboración hasta el punto de que a veces es difícil saber qué elemento pertenece a quién. En solitario o acompañado, el artista, nacido en el País Vasco francés y residente en París, describe su proceso creativo en tres palabras: "paciencia, esfuerzo y precisión".

La muerte de una berenjena

Para tener el control sobre cada obra, Barrome necesita lentitud. Desarrolla el boceto inicial a ordenador para variar fácilmente las composiciones y después comienza a dibujar y pintar a mano y con mimo. El gusano que sale de una manzana olvidada en una esquina de la escena es igual de importante que el más noble de los protagonistas. En sus murales callejeros puede pasar hasta ocho horas haciéndo las sombras y ultimando los detalles de una composición realizada con 50 colores.

Una de sus obsesiones ("lo que más me gusta después de pintar", confiesa) es la comida, "importante en mi familia y en mi educación". Tanto las hamburguesas y los helados como las verduras se dejan ver humanizadas en las creaciones de Barrome, que escoge Un bout de bois (Un trozo de madera) como una de sus obras recientes preferidas. El acrílico, elaborado sobre una superficie cortada como si fuera parte de un tríptico, muestra la muerte de una berenjena. El resto de las hortalizas lloran su pérdida: "Es una escena triste creada de un modo gracioso. Al principio provoca risa, pero dos minutos después uno piensa que en realidad es bastante trágica".

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