Josefina, al borde del desahucio: "Me dijeron que incluyera en la hipoteca a mi hija sin trabajo"

  • "Me dijeron que no me preocupara, que en unos años ella acabaría la carrera, encontraría un trabajo y podría hacer frente a la deuda", asegura Josefina.
  • Cuando el recibo ascendió hasta los 1.300 euros y no pudo hacer frente al pago, le llegó la orden de desahucio y el banco se negó a renegociar.
  • "Lucho para que no le quede una deuda millonaria a mi hija de por vida", afirma.
  • El BBVA, entidad con la que firmó, ha paralizado de momento su desahucio.

En pleno 'boom' inmobiliario, los bancos facilitaron hasta el límite de la irregularidad la concesión de créditos hipotecarios, préstamos que en ocasiones incluían cláusulas abusivas y una información sesgada. Las víctimas de este tipo de fraude se enfrentan hoy, años después, a denuncias por impago y órdenes de desahucio sin que puedan defenderse de un documento que lleva su firma.

Josefina Pérez es una de esas víctimas. Tras un traumático divorcio, esta empleada de hostelería decidió adquirir un piso en el que vivir con su hija Anna. "Todo el mundo me decía que los alquileres estaban casi al mismo precio que un piso en propiedad, así que me decidí por comprarme uno en Terrassa", explica a 20minutos.es.

Así, acudió a las oficinas que el BBVA tiene en Barcelona en 2005 para firmar la hipoteca ante notario. Sin embargo, en ese momento la directora del departamento de riesgos de la entidad recomendó incluir a su hija en las escrituras y el préstamo. Anna, estudiante de 18 años y sin empleo en esa época, fue añadida en el contrato como "prestataria deudora hipotecante" pese a los recelos de su madre.

"Me dijeron que incluyera en la hipoteca a mi hija de 18 años sin trabajo, que no me preocupara, que en unos años ella acabaría la carrera, encontraría un trabajo y podría hacer frente a la deuda en el caso de que fuera necesario, así que acabé confiando en ellos", asegura Josefina.

Ambas firmaron entonces una hipoteca de 264.000 euros a pagar en 40 años por un dúplex de dos habitaciones y 60 metros cuadrados. "Los primeros meses pude pagar los 700 euros mensuales sin problemas", asegura esta camarera de 55 años. Sin embargo, debido a los cambios en el mercado hipotecario y las fluctuaciones de los tipos de interés, el recibo ascendió hasta los 1.300 euros y Josefina no pudo "hacer frente a esa cantidad" con su sueldo de 1.600.

"Fui a hablar varias veces con la directora comercial de la sucursal y me prometió que realizaríamos una rescisión de hipoteca, que siguiera ingresando unos 700 euros cerca de siete meses y llegaríamos a un acuerdo", detalla. Sin embargo, en julio de 2009, cuatro meses después de esta negociación, le llegó un aviso de embargo. Acudió de nuevo al banco y le aseguraron, una vez más, que no se preocupara, que era normal al estar pagando una cantidad inferior a la que le correspondía y que se retiraría ese aviso.

Su sorpresa fue cuando en agosto de ese mismo año le llegó otra alerta de embargo advirtiéndole de que su piso saldría a subasta en febrero de 2010. "Me mintieron. No habían quitado el aviso desde el banco, así que acudí al Ayuntamiento de Terrassa para asesorarme", asegura Josefina. Allí le denegaron un abogado de oficio ya que superaba los ingresos mínimos necesarios para acceder a una defensa costeada por las arcas públicas. Además, le aseguraron que se habían cometido "graves irregularidades" en su hipoteca, como cláusulas que podrían haber aplicado y que podrían haber evitado llegar a ese extremo.

El siguiente paso era tratar de retirar el embargo de su piso. "Tuvimos que pedir un préstamo a través de mi hermano de 10.000 euros que aún estoy pagando", lamenta la madre de Anna, que ahora tiene 25 años y es comercial. Sin embargo, con esa cantidad solo lograron ganar tiempo, ya que tras negarse el BBVA a negociar unas nuevas condiciones,  recibió una nueva notificación este mismo mes: el desahucio de su vivienda tendrá lugar el próximo 14 diciembre.

Protesta frente a la sucursal del BBVA

"Me siento completamente engañada, pero no vamos a rendirnos", aseguran. Desde esta misma semana, Josefina, ahora en paro, acude cada mañana a protestar ante la sucursal que el BBVA tiene en la calle Marina de Barcelona y lleva recogidas más de 250 firmas para cambiar la ley sobre los desahucios.

"Ha salido el director en una ocasión a decirme que lo entiende, que hubo errores, pero que él no puede hacer nada ya que el subdirector con quién firmé la hipoteca ya no trabaja allí. No importa porque pienso seguir acudiendo cada día hasta que me den una solución", defiende. "Lucho no solo por mí, si no para que no le quede una deuda millonaria a mi hija de por vida, una deuda de la que ella no tiene ninguna culpa", asegura.

La entidad bancaria frena el desahucio

Sin embargo, esta vez Josefina tampoco será desahuciada. "Hemos decidido paralizarlo y seguir buscando soluciones para esta familia como hemos hecho los últimos años", aseguran fuentes del BBVA. "Somos muy sensibles con situaciones como ésta y nos preocupa la alarma social que se ha generado en torno a los desahucios", explican. De momento, Josefina y Anna conservarán su hogar; por cuánto tiempo es el siguiente reto de esta familia.

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