La noticia fue recibida por los seguidores de Dos hombres y medio como un jarro de agua fría: en marzo de 2011, Charlie Sheen, protagonista junto a John Cryer de las ocho primeras temporadas de la sitcom, abandonaba la serie. Pero su salida no sorprendió a los que seguían sus pasos en la vida real: tras salir de una clínica de desintoxicación por su adicción al alcohol y las drogas, el actor insultó públicamente al creador de la serie, lo que le llevó a su fulminante despido.

Parecía difícil reemplazar la figura del carismático Sheen al frente del reparto. Y, sin embargo, los responsables de la serie supieron dar un giro de 180 grados al guión de la serie en la novena temporada, que la noche del jueves llega a Neox (23.00 horas).

Tras la muerte de Charlie en la ficción —a causa de una trágica caída a las vías del tren—, el bueno de Alan queda a cargo de una deuda inasumible, fruto de la afición al juego de su hermano. Dicha circunstancia posibilita la entrada en escena de un nuevo y crucial personaje: Walden (Ashton Kutcher), un informático guapo y adinerado que, tras superar un intento de suicidio, decide comprar la casa. Como agradecimiento por su apoyo y con tal de no vivir solo, compartirá la estancia con Alan y un ya adolescente Angus.

Muchos de los que no apostaban un duro por la serie tras el incidente se dieron de bruces con el entusiasta apoyo de la audiencia a los primeros dos capítulos: 27,7 millones de espectadores, casi el doble que los números logrados en el arranque de la temporada anterior, siguieron el inicio de la novena. Pero el efecto sorpresa duró poco: una semana después, perdía un 30% de la audiencia, una tónica descendente que se mantendría toda la temporada. Pese a ello, la CBS ha decidido renovar la serie para una décima.

Y mientras todo esto ocurría, ¿qué hacía el bueno de Charlie? Preparar su venganza. Tras 16 meses fuera de la pantalla, el actor ha estrenado en EE UU su nueva serie, Anger Management. Basada en el filme Ejecutivo agresivo, en el que Jack Nicholson encarnó a un psicoanalista especializado en emociones violentas, Sheen se mete en la piel de un exjugador de baloncesto reconvertido en terapeuta tras frustrar su carrera con una lesión que él mismo se provocó en un arranque de ira. Como hecho a medida.