Desde Francia y sin cayuco

La presión policial en tierras galas trae a Alicante a muchos subsaharianos por miedo a ser repatriados, aconsejados por las ONG. Les atrae el clima.
Dos inmigrantes esperan la salida de un autobús en la estación de Alicante. (Francisco González)
Dos inmigrantes esperan la salida de un autobús en la estación de Alicante. (Francisco González)
Dos inmigrantes esperan la salida de un autobús en la estación de Alicante. (Francisco González)
Sudhan ahorró durante años en Senegal para un billete de avión a Francia. Su viaje no fue traumático y no estuvo a la deriva durante días en el mar. Pero su futuro en tierra resulta igual de desolador.Es otra cara dramática de la inmigración. Distinta al flujo que llega en cayuco a Canarias. Sudhan permaneció en Francia 33 días. Sin trabajo, sin papeles y sin comida, decidió recoger la bolsa de plástico en la que llevaba sus pertenencias y venirse a Alicante. Fue hace cinco meses.

«Allí (en Francia), la vida no es fácil. No aceptan más inmigrantes y la Gendarmería nos persigue. Los voluntarios nos dijeron que en España nadie nos iba repatriar a Senegal», relata Sudhan.

«Decidimos vivir en Alicante por el clima y porque  la gente es más hospitalaria,  aunque no solemos hablar con ellos. Ni los molestamos ni queremos que nos molesten», dice Mohamed, un nigeriano que lleva aquí un año.

Él y seis amigos comparten piso. «No tenemos papeles, pero la Policía aquí es diferente. Es más buena, porque persiguen a ladrones y no a inmigrantes buenos», asegura, entre risas, Tulem.

Más información pág.10.

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Trabajo en la obra o en la «ensalada»

No tienen empleo fijo, pero cada día salen casi de madrugada desde la Zona Norte de Alicante. Buscan trabajo y viajan en un tren de cercanías a la Vega Baja o incluso hasta Murcia. «Siempre hay patrones que nos dan trabajo en la obra para unos días o recogiendo ensaladas (por verduras)», dice Said, de Senegal. Y sueñan con un contrato estable por tener días de descanso. «Es muy duro porque estamos de sol a sol y vamos de un lado a otro continuamente», añade Maset, de Cabo Verde.

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