Después de décadas de continuo incremento de la población de palomas en Barcelona y de debates sobre su control y excesiva fertilidad, la ciudad ha logrado una disminución de su presencia. Se ha conseguido una reducción del 55% de los ejemplares, con una media de 40.000 capturas al año y con campañas de concienciación social para que no se alimente a estas aves.

El último censo elaborado por la Agència de Salut Pública de Barcelona (ASPB), del 2010, revela que en la capital catalana hay cerca de 115.000 palomas, cuando en 2007 había 256.000. Los distritos más densamente poblados por esta ave son Ciutat Vella, el Eixample y Gràcia. En estos puntos es donde convergen las mejores condiciones para su reproducción: un exceso de alimentadores y fincas antiguas con agujeros de ventilación y alféizares perfectos para su nidificación.

"La sobrealimentación tiene efectos negativos sobre las palomas", aclaraba el responsable del Programa de Animales Salvajes Urbanos de la ASPB, Tomàs Montalvo, "la reproducción se hace de forma más continua y con un éxito mayor". Así, en Barcelona, estas aves se han reproducido cinco veces más de lo habitual en su especie.

En los últimos dos años, las capturas por parte de Salut Pública han aumentado un 74% y ya suman los 40.000 ejemplares al año. Esta es una de las vías de control, pero Montalvo insistía en el hecho de que "la medida más sostenible es dejar de alimentarlas", lo que no implica que mueran de hambre, ya que, como buena ave salvaje, buscarán comida en otro lugar. Esto es lo que explican actualmente cuatro informadores en el Eixample, donde se está llevando a cabo una campaña para sensibilizar a la población. En este distrito se han contabilizado más de 40 puntos de alimentación. En toda la ciudad, hay centenares.

Visto el éxito de la campaña en Sant Andreu y el Eixample, el año próximo se abordará otro distrito.