Un bulevar con jardines, zonas peatonales y carriles-bici para sustituir el paso elevado de Pacífico (Retiro). Una calle arbolada con anchas aceras en el cruce de la avenida de la Albufera con la M-30 donde ahora se levanta el scalextric de Puente de Vallecas, y locales de ensayo para jóvenes en los bajos de López de Hoyos (Chamartín). El Ayuntamiento de Madrid ideó estos planes para eliminar o remodelar algunos de los puentes elevados que molestan a los vecinos y horripilan a los urbanistas. Sin embargo, esos proyectos siguen guardados en un cajón, ya que el Consistorio no puede afrontar su elevado coste.

En la capital existen 76 pasos elevados de vehículos, según datos municipales. La mayoría están situados en zonas poco pobladas (salidas a autovías o sobre la M-30), pero media docena de ellos están rodeados de viviendas, suponen una brecha para los barrios y producen molestias por el ruido y la polución de los coches. Algunos residentes tienen una autovía a la altura de su balcón: "En hora punta, el atasco se te mete en casa. Las cortinas están negras del humo. Los pitidos son un infierno. Debajo viven mendigos y ha habido robos", se queja Rosa Bravo, de Puente de Vallecas.

Cuando Gallardón inició las obras de la M-30, los afectados vieron la luz. "El Ayuntamiento se comprometió a escuchar la reivindicación y llegó a encargar estudios, pero ahora ponen la excusa de la falta de liquidez", explican fuentes de la asociación de vecinos Los Pinos de Retiro Sur, que sufren el scalextric de Pacífico.

De hecho, en 2004, el anterior alcalde prometió que sustituiría el de Vallecas cuando se terminase "el soterramiento de la M-30" y llegó a encargar un estudio de viabilidad que contemplaba la instalación de un túnel. En 2008, también se diseñó la eliminación del paso de Pacífico. Y por las mismas fechas se buscó un uso social a los bajos de López de Hoyos. Estas obras no se llevaron a cabo, aunque antes de ello sí se habían retirado los viaductos de Atocha, Cuatro Caminos y Santa María de la Cabeza.

Los urbanistas lamentan la supervivencia de estos mastodontes. "Son herencia de los años setenta, cuando no se planificaba la ciudad. Fueron parches para solucionar los atascos, un error absoluto, pero la técnica de aquellos años no permitía otras soluciones menos agresivas", apunta Paco Herrera, de la Fundación para el Progreso de Madrid. "Quitarlos es un objetivo irrenunciable", exige el urbanista.

Desde el punto de vista técnico no habría obstáculos, según el presidente del Colegio de Ingenieros de Caminos, Edelmiro Rúa: "Hay que sortear galerías de gas, agua y metro, pero Madrid tiene experiencia en tunelar. El problema es su coste prohibitivo". La obra de Cuatro Caminos se llevó una inversión de 18,5 millones en 2005. "Ahora Botella tiene destinos más urgentes para ese dinero", opina Rúa.