Secuelas de la violencia en Siria: los niños pagan el precio de la represión del régimen de Al Asad

Hana, de 12 años, hace el símbolo de la victoria junto a su hermana Eva, de 13, mientras se recuperan de las heridas provocadas por un proyectil del Ejército sirio en su casa de Idlib, al norte de Siria.
Hana, de 12 años, hace el símbolo de la victoria junto a su hermana Eva, de 13, mientras se recuperan de las heridas provocadas por un proyectil del Ejército sirio en su casa de Idlib, al norte de Siria.
GTRES
Hana, de 12 años, hace el símbolo de la victoria junto a su hermana Eva, de 13, mientras se recuperan de las heridas provocadas por un proyectil del Ejército sirio en su casa de Idlib, al norte de Siria.

Sin entender lo que sucede en su país, los niños sirios se han convertido en víctimas de un conflicto que ya les ha dejado secuelas para toda su vida y les ha obligado a refugiarse en países vecinos como el Líbano.

A sus 13 años, una niña que responde al nombre falso de Amal (Esperanza, en árabe) mira a su alrededor con ojos tristes. Llegó hace pocos días a un hospital de la ciudad de Trípoli, en el norte del Líbano, tras un peligroso periplo que le costó la movilidad de sus piernas.

Su madre explica cómo un francotirador disparó a la menor mientras huía de los bombardeos que caían sobre una aldea de la provincia siria de Homs, uno de los feudos opositores al régimen de Bachar al Asad más castigados por la violencia.

La bala atravesó el cuerpo de la pequeña de un lado a otro y le cortó un nervio, por lo que los doctores dudan que pueda volver a caminar, según esta madre de cinco hijos que prefiere guardar el anonimato.

"La herida comenzó a infectarse y decidimos traerla al Líbano. Mis otros hijos se han quedado con su padre y no tengo noticias de ellos", comenta la mujer, que espera regresar a su hogar en Homs cuando cesen los ataques porque dice no poder mantenerse de otro modo.

Llevada a veces en moto y otras en brazos, Amal necesitó nueve horas para llegar hasta la frontera libanesa, donde fue recogida por una ambulancia de la Cruz Roja.

El drama de los refugiados sirios

Amal es una de las más de 10.000 personas que se estima han buscado refugio en el Líbano huyendo de la represión desde que comenzara la revuelta contra el régimen sirio en marzo del año pasado.

La mayoría de los refugiados llegan solo con lo puesto, por lo que carecen de medios para vivir y afrontar los gastos de vivienda, electricidad, comida, ropa y productos para su higiene personal.

Las ayudas que reciben, sostiene la madre de Amal, apenas cubren sus necesidades básicas, que son mayores en el caso de los niños, pues estos precisan de leche, ropa interior y de abrigo, así como de alimentos con alto contenido de proteínas.

En la misma habitación del hospital se encuentra otra niña de 15 años, que también fue alcanzada por la bala de un francotirador en una pierna. "Mi familia está en Siria. Vivimos con miedo, pero teníamos para comer. Quiero regresar cuanto antes para volver a reunirme con los míos", apunta la menor.

La grave situación humanitaria en Siria ha despertado también la solidaridad de muchos libaneses como Amar, que explica que acudió al centro hospitalario para ayudarles, ya que no puede "permanecer insensible frente al dolor de un niño".

Las heridas físicas no son las únicas secuelas que sufren los menores, pues la violencia también les afecta psicológicamente.

Un pediatra del hospital, que no quiso ser identificado, comenta que "si los mayores pueden perder el miedo, no pasa lo mismo con los menores". Mientras, en Siria, los niños tampoco escapan de las torturas y los asesinatos de la población civil.

Matanza de niños y mujeres en Homs

Recientemente, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) denunció la matanza de niños de corta edad y mujeres en el barrio de Karm el Zaitun, en la ciudad de Homs.

"Es difícil aceptar este tipo de ferocidad, especialmente cuando entre los afectados hay niños y niñas que pagan el precio más alto por acontecimientos sobre los cuales no tienen ningún control", lamentó entonces la directora regional de Unicef, María Calivis, que instó a las partes implicadas a asumir su responsabilidad para proteger a los menores.

Más de 8.000 personas, entre ellas cientos de niños, han fallecido por la represión gubernamental en Siria desde hace un año, según datos de la ONU, mientras el régimen sigue responsabilizando de la violencia a grupos terroristas.

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