El PP aspira a la mayoría absoluta, y el PSOE, a evitar el hundimiento

  • La campaña, que finaliza hoy, se ha caracterizado por un Rajoy confiado y un Rubalcaba quemando cartuchos.
  • Los socialistas se han mostrado más peleones que nunca, buscan emular la 'derrota dulce' de 1996.
Mariano Rajoy, líder del PP, durante un mitin en Sevilla.
Mariano Rajoy, líder del PP, durante un mitin en Sevilla.
Marcelo del Pozo / REUTERS
Mariano Rajoy, líder del PP, durante un mitin en Sevilla.

Crisis, paro, recortes... y encuestas. Este viernes concluye una campaña en la que estas cuatro palabras se han colado en la mayoría de los actos y mítines. Dos semanas en las que PSOE y PP han jugado sus bazas en una partida muy descompensada, atendiendo a los sondeos. El candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba –que el domingo puede poner cara a un descalabro histórico de su partido– ha intentado "desenmascarar" el programa de un Rajoy que ha huido de titulares con las medidas concretas que aplicaría si finalmente llega a La Moncloa.

Actitudes que se escenificaron ante millones de telespectadores en el único cara a cara de la campaña entre Rajoy y Rubalcaba. En el que el primero aguantó el cuerpo a cuerpo del socialista.

La partida arrancó con la convocatoria de elecciones. Anticipadas y sin Zapatero, una sombra alargada para Rubalcaba, que solo compartió un mitin con el presidente. El lema socialista (Pelea por lo que quieres) apela a un electorado desencantado y va en busca de la baza a la que su equipo de campaña se agarra para dar la vuelta a las encuestas: los indecisos. Pero en estas dos semanas Rubalcaba (los sondeos le dan entre 115-120 diputados de 350) ha dejado caer frases como "Echadme una mano o, si es posible, las dos" (mitin en Granada) o "Es más fácil que el Madrid gane al Barça", preguntado en una entrevista por las opciones de remontar a Rajoy.

"Ley del silencio"

Su contrincante en las urnas ha mantenido en campaña la línea que se había marcado en la última etapa del Gobierno Zapatero, que despertó la desconfianza en su propio partido, y que el propio Rubalcaba ha denominando "la ley del silencio". Consciente de unas encuestas que le dan una amplia mayoría –algunas constatan que rozará los 200 escaños– y de los 15 puntos de distancia con respecto al PSOE, ha evitado la estrategia de la ofensiva.

En campaña ha delegado en su equipo para los mensajes delicados. Su cabeza de lista por Barcelona, Jorge Fernández Díaz, admitió el pasado miércoles la posibilidad de que apliquen una subida de impuestos si ganan las elecciones. Y la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, aseguró en un mitin el pasado martes, en referencia a las medidas que tomarían si llegan a La Moncloa: "Algunos que hasta ahora nunca han protestado van a protestar muchísimo y vamos a tener la calle llena de manifestaciones y de pancartas".

Pese al silencio, Rajoy sí ha desvelado algunos detalles: no ve viable la Ley de Dependencia y prefiere unión de hecho a matrimonio homosexual. También es partidario de aplicar otras fórmulas a la Ley del Aborto o a la Ley Antitabaco.

Bipartidismo, pero menor

La batalla electoral tiene otros frentes. Tras el 20-N, con las encuestas en la mano, una docena de formaciones podrían entrar en el Congreso. El bipartidismo seguiría marcando la pauta, pero los sondeos apuntan a que IU podría llegar a los 11 diputados (actualmente dos), UPyD estaría cerca pero no llegaría a grupo propio (entre dos y cuatro) y el PNV se juega perder un diputado y quedarse con el número exacto (5). Y hay sondeos que dejan a la coalición de la izquierda abertzale Amaiur en condiciones de entrar y tener grupo.

En dos días, el recuento de papeletas dará o quitará razón a las encuestas. El sábado toca reflexión. El domingo hablan las urnas.

En busca de la "derrota dulce"

El lema escogido por el PSOE –"Pelea por lo que quiere"– no ha sido casual. Los socialistas se han mostrado más peleones que nunca, conscientes de que esta batalla solo la pueden ganar voto a voto, y buscan emular la 'derrota dulce' de 1996. Nadie daba un duro por González en aquel marzo de 1996 y se quedó a solo 1,2 puntos de Aznar. Ahora, el PSOE se ve en la misma situación que entonces, en 1996 acorralados por los casos de corrupción y ahora aplastados por una crisis que ha exterminado su crédito electoral a cuenta de 5 millones de parados.

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