Mujeres con la cabeza ardiendo, un rostro oculto en el bosque, un eclipse, puertas que no llevan a ninguna parte... La galería Michael Rosenfeld de Nueva York presenta en Otherworldliness (Ensueño) una selección de lo mejor del surrealismo y el realismo mágico en los EE UU, dos movimientos pictóricos que coexistieron dentro del llamado modernismo americano.
Eran caminos cercanos, pero con matices considerables: mientras el surrealismo se adentraba en el inconsciente e inventaba nuevas realidades mediante el arte, el realismo mágico no sobrepasaba ese límite y reordenaba la realidad para que el todo resultara familiarmente extraño.
Desordenado y traumático
Autores como Eldzier Cortor, George Tooker, Pavel Tchelitchew, Hughie Lee-Smith y Dorothea Tanning experimentaron a lo largo del siglo XX con lo intangible. Los sentimientos, el inconsciente y las palabras abstractas se convertían en escenas de una técnica depurada, pero un significado desordenado y traumático, como lo fue el siglo en que les tocó vivir.
La muestra, dicen los organizadores, revela las semejanzas entre el modernismo europeo y el estadounidense, pero también las diferencias, disipando la idea de que el movimiento en Estados Unidos repetía las corrientes artísticas del viejo continente.
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