Escenarios de la angustia moderna: tornos y pasillos de metro que parecen cárceles, gente haciendo cola en taquillas con funcionarios que miran con sospecha por la ventanilla, hombres profundamente dormidos en una sala de espera...
George Tooker (1920-2011) era un pintor espiritual, se envolvía en un silencio que tal vez lo destinó a no ser más conocido. Además, su carrera artística se reduce a 170 cuadros, muchos de ellos en colecciones privadas y, por tanto, difíciles de ver.
La DC Moore Gallery de Nueva York expone Reality Returns as a Dream (La realidad vuelve convertida en sueño), la primera muestra póstuma de la obra del artista neoyorquino, fallecido en marzo de este año.
Pintaba pensando en la condición humana y toda su producción es fruto de reflexiones personales. Sus cuadros muestran el lado oscuro del progreso, la alienación y los aspectos que deshumanizan al individuo en una sociedad cada vez más exigente y menos comprensiva. A pesar de todo era un amante del ser humano y aunque la oscuridad fuera frecuente, también había lugar en su obra para el abrazo y la felicidad de una noche al raso.
Cubículos de oficina poblados de caras de desesperación
La exposición, una ocasión para contemplar una obra tan diseminada y escondida, es un homenaje a la imaginería enigmática y la técnica luminosa de Tooker, que desde que empezó en los años cuarenta utilizó para todos sus trabajos la témpera al huevo, un método de inspiración renacentista para figuras de sensibilidad clásica, pero en escenarios nada armónicos.
Cubículos de oficina poblados de caras de desesperación, seres humanos que caminan en pijama entre cubos numerados y apilados... Tooker perseguía pequeñas verdades esenciales con detalles y gestos sutiles.
Además de las situaciones universales y del simbolismo general, las imágenes tenían que ver con la época en que vivió. Muchas de sus escenas expresan la incertidumbre de la Guerra fría. También abordó la opresión y los conflictos raciales que le llevaron a involucrarse en el Civil Rights Movement (Movimiento por los Derechos Civiles).
Intentaba retratar el mundo con tanta fuerza, que las ideas para sus cuadros lo visitaban mientras dormía y resultaban en una realidad teñida de elementos oníricos: "Busco la realidad impresa en la mente. La busco con tanta intensidad que vuelve a mí en sueños, pero no son sueños ni fantasía lo que retrato".
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