La catedral de San Pablo de Londres, que permanece cerrada desde el viernes por la acampada de los 'indignados', está perdiendo más de 16.000 libras al día (unos 18.000 euros) debido a ese motivo, afirmó este domingo un portavoz del templo.

El templo, que no había cerrado sus puertas desde 1940, ha tenido que celebrar este domingo los servicios dominicales a puerta cerrada, y sus responsables volvieron a pedir a los cientos de manifestantes que acampan en sus puertas que se vayan, a pesar de reconocer que apoyan los motivos de su protesta.

El reverendo Rob Marshall explicó este domingo en una entrevista radiofónica en la BBC que ha sido una semana "difícil" para la catedral, que está perdiendo entre 16.000 y 20.000 libras al día (entre 18.000 y 23.000 euros), ya que no está ingresando por las entradas de los turistas y ni está recibiendo las donaciones de los fieles que normalmente atienden los servicios religiosos.

La medida "sin precedentes en tiempos de paz" de cerrar la catedral, una importante atracción turística de la capital británica, se tomó por la recomendación de las autoridades locales que consideran que la entrada del edificio barroco está muy limitada y no cumple con los requisitos de seguridad y salud básicos.

Marshall reveló que el templo necesita alrededor de 20.000 libras (unos 23.000 euros) al día para permanecer abierto y que se mantienen conversaciones con los manifestantes a los que se les ha pedido que se vayan "pacíficamente".

Desde hace ocho días, cientos de 'indignados' acampan a las puertas de la catedral que se encuentra en el corazón de la City, el distrito financiero de Londres, como parte de las protestas globales en rechazo a los excesos del sistema capitalista.

Los 'indignados' han decidido a través de una asamblea permanecer en la plaza que se encuentra delante del templo, a pesar de las peticiones.

Sin embargo, el movimiento de protesta anticapitalista levantó este sábado un nuevo lugar de acampada en la plaza de Finsbury, también en el distrito financiero, con el fin de minimizar el número de tiendas y manifestantes existentes frente a la catedral.