Salta a la vista, hasta para el viandante más despistado. En la puerta de entrada de oficinas y centros públicos, en las colas de las discotecas, en las paradas de autobuses, en las calles de los parques empresariales... todas estas zonas lucen desde principios de año, día sí y otro también, una espesa alfombrilla de colillas en el suelo. Los empleados de limpieza y los vecinos de Madrid denuncian que el número de cigarrillos arrojados a la vía pública se ha doblado desde la entrada en vigor de la nueva Ley Antitabaco. Y además, avisan: lo peor está a punto de llegar. Solo habrá que esperar al buen tiempo.

El Ayuntamiento de Madrid no tiene un recuento de este tipo de residuos, pero FCC, una de las empresas encargadas de la limpieza de las calles en la ciudad, certifica que "el número de colillas ha aumentado considerablemente desde la entrada en vigor de la Ley Antitabaco", tal y como asegura un portavoz de la misma.

"El hecho de que haya más colillas nos dificulta más la labor, ya que hay que limpiar más y la vía queda al final más sucia. Además, los ceniceros de las papeleras están saturados de suciedad y es fácil que acaben en el suelo", explica Félix Carrión, responsable de Saneamiento Urbano de CC OO Madrid. "Aun así, el principal problema es la educación de la ciudadanía. Los trabajadores nos seguimos encontrando en muchas ocasiones cigarrillos desperdigados alrededor de las papeleras", puntualiza.

Francisco Caño, responsable de Medio Ambiente de la Federación de Vecinos de Madrid es de la misma opinión: "Es verdad que hay más del doble de colillas en la calle, pero también se han instalado unas 60.000 papeleras con cenicero para que esto no ocurra. Es una cuestión de conciencia social", afirma.

"Las alfombras de colillas se ven por todos lados, pero se da más en sitios donde hay aglomeraciones: paradas de autobús, entrada a espacios públicos y oficinas... también en bares y discotecas. Aunque hay diferencias. En muchos locales de ocio diurno han optado por poner ceniceros suyos en la entrada para no dar mala imagen", explica Caño. La asociación de hosteleros Madrid La Viña asegura incluso que muchos de sus locales lucen en el exterior un aspecto más limpio "que el resto de la acera", como afirma un portavoz.

Ecologistas en Acción resalta que las colillas de los cigarrillos, a pesar de que se incineran junto a otros muchos desperdicios urbanos, se trata de un residuo tóxico y muy peligroso para el medio ambiente: "Los filtros de las colillas son de plástico y tardan años en degradarse. No es como tirar una cáscara de plátano. Además, tienen restos de alquitrán que resultan muy perjudiciales para las plantas en el caso de que se arrojen a una zona verde o al parterre de un árbol", explica Leticia Baselga, portavoz del Área de Residuos de la asociación.

Desde el Ayuntamiento de Madrid se recuerda que, según la nueva Ordenanza de Limpieza de Espacios Públicos, arrojar una colilla, así como un chicle o un papel, está catalogado como falta leve y puede acarrear una multa de hasta 750 euros, "aunque este tipo de sanciones apenas se han dado los últimos meses", explica un portavoz del Consistorio. La razón: es preciso que el agente pille con las manos en la masa al infractor que arroja un residuo a la vía pública para poder abrirle un expediente.

Ceniceros de mano

El aumento del número de colillas en las calles no solo pasa en Madrid. Otras ciudades han tenido que buscar soluciones de todo tipo para atajar el problema. En Barcelona, por ejemplo, se han repartido gratuitamente 65.000 ceniceros de bolsillo a través de los estancos y en Valencia se va a proceder a instalar ceniceros en las puertas de todos los establecimientos de hostelería. Por su parte, el Ayuntamiento de Granada pondrá 100 papeleras-cenicero más.