¿Tienes el síndrome de la impostora o, sencillamente, no eres tan brillante?

Hablamos con Valerie Young, autora de ‘El síndrome de la impostura’, sobre si hemos recurrido tanto a este concepto que hemos caído en la caricatura.
Imagen de la serie You
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"En esencia, el síndrome de la impostora o del impostor, como más comúnmente se conoce, hace referencia a la convicción persistente que tienen muchas personas de no poseer la inteligencia, las capacidades o la preparación que se les atribuyen. Están convencidas de que los elogios que reciben en reconocimiento a sus logros son inmerecidos, y que si consiguen algo es por casualidad, o gracias a su simpatía, sus contactos o cualquier otro factor externo. Como no se sienten merecedoras de sus éxitos ni se permiten interiorizarlos, dudan continuamente de su ser capaces de repetir los logros pasados. Cuando lo consiguen, sienten más alivio que alegría", escribe Valerie Young, cofundadora del Instituto del Síndrome de la Impostura, en El síndrome de la impostura.

Es bastante complicado que a estas alturas a alguien le sea desconocido este término, del que se ha hablado tanto y que tantas personas aseguran padecer, y no queremos comenzar nuestra charla con la reconocida periodista científica sin preguntarle precisamente si no cree que demasiadas personas creen tener este síndrome cuando en realidad, se trata de otra cosa...

"Es una buena pregunta. La gran mayoría de personas cree tenerlo, y es cierto que el término se ha utilizado en exceso, de forma errónea e incluso a veces, absurda. También se emplea para expresar cualquier atisbo de nervios que es completamente normal sentir, por ejemplo, antes de una entrevista de trabajo o de hacer una presentación laboral. No tienes el síndrome de la impostora: sencillamente, ¡estabas nerviosa!", dice a Mujer.es.

Valerie Young
Valerie Young
Kevin Downey

Cómo identificar el síndrome de la impostora

"Para experimentar este síndrome de verdad, tienen que ocurrir tres cosas. Tienes que creer de forma consciente o inconsciente que no eres tan inteligente, competente o que no tienes lo que el resto cree que posees para ser una persona excepcional. Tienes que creer que pese a que existen evidencias concretas que respaldan tus logros, no eres buena, y tienes que tener miedo a ser descubierta. Mucha gente no se da cuenta además de que este síndrome lo puedes tener en diferentes rangos de intensidad. Para algunas personas, estas sensaciones son muy intensas", señala. 

Identificado por primera vez por las psicólogas Pauline Rose Clance y Suzanne Clance en 1971, el término lleva casi una década apareciendo en multitud de artículos y, cómo no, podcasts en los que diversos personajes conocidos y creadores de contenido aseguran sufrirlo. Sin embargo, ha sido El síndrome de la impostura, de Valerie Young, el que ha difundido el concepto alrededor del mundo. En él, la periodista científica, que ha impartido su programa "Repensar el Síndrome del Impostor" a más de medio millón de personas en organizaciones como Google o la NASA, explica además que los temores a ser un fraude son más comunes en las mujeres.

Por qué es más habitual que una mujer se sienta un fraude

"Ser mujer significa que tu trabajo y tú tenéis automáticamente muchas más posibilidades de que se os ignore, descarte, trivialice, infravalore o se os tome mucho menos en serio que a un hombre y a su trabajo", escribe. En nuestra conversación con ella, Young comenta que los estándares que se imponen a las mujeres son más altos incluso en el hogar. "Si por ejemplo viene el electricista a casa, le pediremos perdón si no está todo recogido, porque creemos que hay que ser la pareja perfecta, la madre ideal y la ama de casa del año. Si además te desenvuelves en un trabajo  muy masculinizado, te topas con la presión extra de tener que representar a todas las mujeres", comenta.

"En cualquier grupo en el que haya estereotipos sobre competencia o inteligencia hay una presión mayor, y eso incluye a las mujeres. Sin embargo, también ocurre si eres la única persona racializada, si tienes una discapacidad o, si por ejemplo, trabajas en una multinacional y las reuniones se desarrollan en inglés, sin que ese sea tu idioma materno. Eso hará que tengas la sensación de ser inferior y te sentirás mal, porque lo habitual es sentir que eres más inteligente en tu idioma", dice. 

Cuando a una mujer se le alaba por su trabajo o desempeño, pone en marcha lo que ella llama "confesiones de realidad".

"Ocurre además con la edad y con la clase social: si tu alrededor fue a una universidad privada de prestigio y tú vienes de una familia pobre, te puedes sentir inferior", dice. Señala que por si fuera poco, cuando a una mujer se le alaba por su trabajo o desempeño, pone en marcha lo que ella llama "confesiones de realidad". ¿Te felicita alguien por tu presentación? Respondes "Pero, ¿te has fijado en la errata de la página 3?". Valerie Young cree que la mujer se echa por tierra y señala sus errores para protegerse.

¿Talento o suerte?

En un episodio del libro habla de forma extensa acerca de la suerte, que es un elemento esencial tanto del éxito individual como de una organización. Indica que cualquier persona puede tener suerte, pero lo importante es lo que se haga con ella, y asegura que cree que las personas de éxito son las "más afortunadas", pero no del todo por el azar, sino porque acostumbran a ponerse en situaciones en las que es más posible que les ocurran cosas favorables.

"Creo y no en la meritocracia. Pienso que el trabajo y el esfuerzo pueden ayudarte a sobrellevar obstáculos y retos, pero como dijo un coach, "tú has nacido en la tercera base, pero actúas como si hubieras hecho un 'home run'". Hay gente con muchas ventajas que tiene los mejores contactos y ha estudiado en los mejores lugares. Sin duda, ha tenido más oportunidades que el resto, un factor que ha favorecido que tenga más éxito", explica.

"Sí: los nepobabys tienen los mejores contactos y más oportunidades, pero lo importante es lo que haces con esas ventajas que tienes. Incluso aquel que tiene buenísimos contactos y trabaja en la empresa familiar  tiene que demostrar que se merece el puesto", dice.

Lo importante es lo que haces con las ventajas que tienes

¿Impostora o poco brillante?

Le hacemos una de esas preguntas que tememos puedan ir en nuestra contra y ser la responsable de que Young dé por terminada la charla. ¿Cuándo tienes el síndrome de la impostora, y cuándo eres, simplemente, mediocre o una negada? La duda no le ofende y, de hecho, comenta que tras haber hecho una presentación en una universidad, en una ocasión un hombre se le acercó y le preguntó qué pasaba si trabajaba con alguien que realmente, es un impostor.

"Todos creen que es un tipo muy listo pero en realidad, no lo es. Simplemente, trabaja duro", le dijo. Young le preguntó si ese hombre tenía éxito en su trabajo. Le hizo saber que sí. "Entonces, ¿qué importa?", le preguntó.

Tenemos que tener un entendimiento saludable de nuestros fuertes y nuestras limitaciones

"Eso tiene mucho que ver con la cultura académica. Muchas personas, en las universidades, tienen el síndrome del impostor porque hay una cultura en la que te rodeas de gente con muchos estudios y en la que además, se suma el extra de ser inteligente. Sin embargo, quien no es tan bueno en algo, posiblemente lo sea en otros aspectos. Yo siempre digo que soy muy buena en tres cosas, bastante aceptable en cuatro o cinco y terrible en todo lo demás. Y estoy feliz con eso, porque tenemos que tener un entendimiento saludable de nuestros fuertes y nuestras limitaciones", asegura.

¿Por qué los hombres se comportan de manera diferente ante el fracaso? "No sé si hay pruebas científicas al respecto, pero históricamente, los hombres han practicado siempre más deporte. En el deporte alguien gana y alguien pierde, y por más que quien no gana lo pasa mal, sabemos que no se va a casa a llorar. Lo que hace el equipo perdedor es ver la grabación del partido para aprender de los errores y entrenar más. Lo mismo ocurre si no te dan un trabajo o si la lías en una presentación: puedes estar defraudada, pero lo importante es la forma en la que asumes los errores y los baches", asegura a Mujer.es.

"Creo que las mujeres tendemos a personalizar nuestros errores, quizás porque nuestros fallos se subrayan más. Por si fuera poco, vivimos bajo mucha presión, y por eso creo que somos más perfeccionistas", dice. 

Cómo dejar de sentirte como una impostora

¿La única forma de dejar de sentirte una impostora? Dejar de pensar como una. Aproximadamente el 70 % de la población adulta se identifica con el síndrome de la impostura, pero contra lo que cabría pensar, el 30% restante no es, asegura Young, mas inteligente, capaz, competente, con más talento o más cualificada que el resto. No. Lo que les diferencia es que cuando se encuentran en la misma situación en la que el 70 % se sentiría un fraude, piensan diferente. Ella habla de humildes realistas, que se caracterizan por cómo definen la competencia, cómo responden al fracaso, los errores y las críticas constructivas y cómo reaccionan al miedo.

"Muchas personas que se sienten impostoras creen que tener ese sentimiento es una fehaciente prueba de que lo son. Piensan que si fueran personas competentes, se sentirían seguras de sí mismas las 24 horas… Pero la confianza no funciona así. Aunque tengamos momentos de desconfianza, de miedo y de ansiedad, no tenemos por qué ser unos impostores". 

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