El Tribunal Supremo ha rebajado de 5 a 3 años la pena impuesta a un inspector de policía por promover un operativo para detener a la pareja de la exmujer de un amigo colocando en su coche una bolsa simulando ser cocaína, lo que motivó su retención en comisaría hasta que se comprobó que era harina.

Por estos hechos, la Audiencia Provincial de Segovia condenó en 2011 a José Ramón M.V. –adscrito entonces a la Comisaría de Retiro de Madrid como jefe de la sección de Policía Judicial– a cinco años de cárcel y diez de inhabilitación por un delito de detención ilegal.

Junto a él, también fue condenado su amigo David L.P., al que se le impuso una pena de cuatro años de cárcel como cooperador necesario para el delito de detención ilegal por haber aportado los datos de la pareja de su exesposa.

Ahora, la Sala de lo Penal del Supremo rebaja la condena a ambos al estimar que la Audiencia de Segovia debía haber aplicado la figura atenuada del delito de detención ilegal, contemplada en los supuestos en que no persiga otro fin que "la misma privación de libertad de la víctima" y "voluntariamente el autor dé libertad al detenido dentro de los tres primeros días". De este modo, la pena impuesta al policía queda en tres años de cárcel y seis de inhabilitación, y a su amigo se le reduce hasta un año y seis meses de prisión.

Los hechos se remontan a 2008 cuando David L.P. comentó a su amigo policía los problemas que tenía con su exmujer, que le había denunciado por amenazas y había obtenido una orden de alejamiento. Le contó que la nueva pareja de ella –Daniel T.G.–, con la que convivía en Otero de Herreros (Segovia), había testificado en su contra, por lo que quería darle un "escarmiento".

Ambos idearon entonces un plan consistente en que el policía simularía que Daniel era sospechoso de traficar con drogas y montaría un operativo policial en torno a él y, con ese objetivo, recabaron más datos personales y laborales suyos a través de los servicios de dos detectives privados contratados por David.

Así, el 25 de septiembre de 2008, Daniel fue interceptado cuando salía de su domicilio por dos vehículos ocupados por el inspector "y otros funcionarios policiales desplazados desde Madrid y que trabajaban a sus órdenes, quienes actuaron en la creencia de que iban a detener a un supuesto traficante de cocaína", relata la sentencia.

Tras una primera batida infructuosa, una agente encontró finalmente un pequeño envoltorio que, "al descuido de sus compañeros", había sido colocado por el policía "para simular que se trataba de algún tipo de sustancia estupefaciente".

José Ramón invitó entonces a la víctima a que les acompañara a la comisaría de Segovia para comprobar mediante un test si la sustancia intervenida era droga, a lo que éste accedió de forma voluntaria.

Ya en las dependencias policiales, el inspector, "conocedor de que el pequeño paquete no contenía productos ilegales", simuló que hacía el test en un despacho, mientras Daniel esperaba en los pasillos custodiado por varios agentes.

Tiempo después, salió y comunicó que la sustancia no era droga sino harina, por lo que el sospechoso podía marcharse, aunque antes tuvo que firmar en el libro de registro de la Comisaría en el que se hizo constar que David T.G. fue allí conducido para "comprobación de identidad por sospecha de tráfico de drogas".

A consecuencia de estos hechos, la víctima sufrió un trastorno de ansiedad por el que estuvo un mes en tratamiento médico con antidepresivos.