La historia de 'Mr Happy Man', el hombre que dedicó su vida a hacer felices a los demás

Johnny Barnes saluda a los conductores en la rotonda de Crow Lane.
Johnny Barnes saluda a los conductores en la rotonda de Crow Lane.
Mr. Happy Man
Johnny Barnes saluda a los conductores en la rotonda de Crow Lane.

Hay historias personales casi desconocidas que esconden la belleza de un acto tan sencillo como el pretender sacar una sonrisa a todo desconocido que se cruza en tu camino. Está demostrado que hacer sonreír y sonreír tiene efectos beneficiosos en la salud y hoy las estrategias o técnicas psicoterapéuticas como la risoterapia son una técnica efectiva para beneficios mentales y emocionales en pacientes. Quizá Johnny Barnes desconocía todo esto cuando se puso como objetivo en la vida hacer felices a los demás en su Bermudas natal, una bella historia que le valió el apodo de 'Mr Happy Man'.

Antes de su muerte el 9 de julio de 2016 a la edad de 93 años, Johnny Barnes apareció en el documental Mr Happy Man (de Matt Morris), donde cuenta cómo pasó alrededor de 40 años de su vida saludando y sonriendo a todos los conductores que desde primera hora del día se dirigían a Hamilton, la capital de su isla. Lo hacía situándose en la rotonda de Crow Lane, desde donde deseaba buen día a todos, les decía "te quiero" y lanzaba besos, acompañados de su sonrisa y mirada amable.

Johnny Barnes.
Johnny Barnes.

Tras años de hacerlo, rápidamente se convirtió en una tradición pasar con el coche por el lugar para responder a Barnes con el claxon y gritarle "¡buenos días Johnny Barnes!". El secreto de su felicidad, contaba, era "su relación con Dios y la lectura de la Biblia".

Barnes a menudo salía de su casa alrededor de las 4 de la mañana cada día de la semana para caminar algo más de un kilómetro y medio hasta la rotonda y, una vez allí, pasar hasta seis horas seguidas deseando buenos días a todo conductor que se cruzaba con él. Incluso cuando ya era mayor y estaba enfermo, su esposa, Belvina Barnes (con la que estuvo casado 65 años), se encargó de llevarlo hasta allí. Como su salud no le permitía pasar tantas horas de pie, se erigió una barandilla en la rotonda y más tarde un banco. Todo para realizar lo que en Bermudas llegaron a considerar como un "verdadero servicio público". Siempre estaba allí, hiciese el tiempo que hiciese, 'Mr Happy Man' nunca faltó a su cita.

Llegó a ser considerado como embajador de la ciudad de Hamilton y en 1991 recibió Certificado de la Reina Isabel en reconocimiento de su valioso servicio a las Bermudas. Hoy, en el lugar donde Barnes trataba de sacar una sonrisa a todo el mundo, una estatua hecha por el escultor británico Desmond Fountain le homenajea y sirve para que todos recuerden la figura de este altruista repartidor de felicidad.

Estatua de Johnny Barnes.
Estatua de Johnny Barnes.
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