Por qué las venas son de color azul si la sangre es roja

  • Cuando la luz blanca incide en la piel, la hemoglobina absorbe principalmente las longitudes de onda rojas, mientras que las longitudes de onda azules se reflejan más en la superficie de la piel.
La sangre fluye desde los capilares hacia unas venas muy pequeñas llamadas vénulas y luego pasa a las venas, que la llevan de vuelta al corazón.
La sangre fluye desde los capilares hacia unas venas muy pequeñas llamadas vénulas
Elīna Arāja / Pexels
La sangre fluye desde los capilares hacia unas venas muy pequeñas llamadas vénulas y luego pasa a las venas, que la llevan de vuelta al corazón.

El cuerpo humano adulto alberga una extensa red de venas, compuesta por miles de vasitos sanguíneos que se encargan de transportar la sangre desoxigenada desde los tejidos y órganos hacia el corazón. Se estima que la longitud total de las venas en un adulto promedio puede alcanzar los 100.000 kilómetros, lo que equivale a dar dos vueltas y media al planeta. Sin embargo, no tenemos un número exacto y definido de venas, ni son estáticas durante nuestra vida. A medida que crecemos, las venas también cambian. Algunas pueden desaparecer o unirse a otras, mientras a su vez se forman nuevas.

Cuando observamos nuestras venas en la piel, su color azul parece inconfundible. Si bien la sangre en su interior es roja debido a la presencia de hemoglobina, una proteína rica en hierro en los glóbulos rojos, las venas aparecen azules cuando las observamos a través de la piel. Para comprender por qué sucede este fenómeno, es necesario adentrarse en la física de la luz.

Venas superficiales y grasa subcutánea

La piel humana está compuesta por varias capas, incluida una capa subcutánea de grasa. Cuando la luz blanca incide sobre la piel, las diferentes longitudes de onda interactúan de manera distinta con los tejidos. Las ondas rojas, más largas, tienen mayor capacidad para penetrar profundamente en la piel, siendo absorbidas por la hemoglobina de la sangre en los vasos sanguíneos. En contraste, las ondas azules, más cortas, se dispersan en la superficie de la piel y son reflejadas de vuelta hacia el ojo del observador.

Las venas que vemos son aquellas que se encuentran cerca de la superficie de la piel, ubicadas aproximadamente a medio milímetro debajo de la epidermis. Estas venas, como las que se utilizan para extraer sangre, parecen azules debido a la longitud de onda de la luz que llega a nuestros ojos. Cuanto más delgada sea la capa de piel y menos grasa subcutánea haya, más notaremos ese matiz azulado.

En contraste, las venas profundas transportan la mayor parte del flujo sanguíneo hacia los músculos y órganos. Estas venas aparecen más rojizas porque la luz roja puede penetrar más allá de la superficie cutánea. Además, la cantidad de grasa subcutánea influye en esta percepción. Cuanto menos tejido graso haya, más visibles serán las venas superficiales y, por ende, más azules parecerán.

Otros factores, como la temperatura corporal, pueden influir en la visibilidad de las venas. Cuando el cuerpo está caliente, los vasos sanguíneos se dilatan, haciéndolos más prominentes. Por el contrario, en condiciones de frío, los vasos sanguíneos se contraen, lo que reduce su visibilidad.

En resumen, aunque la sangre en nuestras venas es roja, su apariencia azulada a través de la piel es el resultado de la interacción compleja entre la luz, la hemoglobina y la composición de la piel. La forma en que percibimos el color de las venas es un fenómeno óptico.

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