El profesor de un instituto estadounidense fue víctima del robo de sus zapatillas favoritas dentro del centro. Las utilizaba para arbitrar partidos de baloncesto, una de sus aficiones preferidas aparte de la de impartir clase, y no tenía dinero para otras.
Fue entonces cuando sus alumnos, tras ver la importancia que tenían esas deportivas para su maestro, decidieron juntarse para poner dinero, el que cada uno pudiese, y así poder comprarle unas nuevas.
En el momento de entregárselas, todos estaban a su alrededor impacientes por su reacción. Tras leer una carta escrita por ellos, empezó a sospechar lo que había en la bolsa que le acompañaba. Una vez la cogió y vio brevemente lo que contenía, las zapatillas, no pudo contener las lágrimas.
Intentó pronunciar unas palabras de agradecimiento, pero no fue capaz, por lo que los estudiantes decidieron lanzarse a abrazarle, en una estampa tan bonita como poco común dentro un aula.
Una de sus alumnas explicaba que era uno de los mejores profesores que han tenido nunca y que, tras recibir la noticia del robo, necesitaban hacer algo para subirle el ánimo, porque una persona como él no se merecía pasar por eso.
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