El gigante de barro que vive sus peores momentos. El que es uno de los equipos históricos de la Fórmula 1, nacido en los años 70 gracias al esfuerzo de Frank Williams, hoy en manos de su hija está pasando una profunda crisis económica y deportiva. En 2018 cerraron la clasificación como el farolillo rojo, con dos pilotos que sólo aportaban dinero y poco más. Este año se han puesto en manos (nunca mejor dicho) de Robert Kubica, que regresa desde 2011, y George Russell, flamante campeón de la F2 y gran promesa de la cantera de Mercedes.

Al lado de la definición de historia de superación, está una foto de Robert Kubica. Este piloto polaco regresa al Gran Circo ocho años después del grave accidente que dejó su mano derecha prácticamente inútil, y que genera más dudas que certezas. Las dificultades que tendrá para pilotar deberán ser paliadas por un talento que le puso en el foco de equipos muy potentes antes de que tuviera el incidente. Los problemas técnicos del equipo no ayudarán a medir su posible recuperación.

Considerado uno de los grandes diamantes de la próxima generación de la Fórmula 1, este británico llega con el título de campeón de la F2 bajo el brazo. Fue capaz de ganar a Lando Norris en 2018, y cuenta con todo el apoyo de Mercedes en el crecimiento de su carrera. Tiene todo para aprender, pero le tocará sufrir al volante de un Williams FW42 que ya desde la pretemporada demostró muchos problemas. Una incógnita.