El segundo partido de la final de la ACB fue otro mundo...y sin embargo, acabó igual que el primero: victoria para el Real Madrid, que viajará a Barcelona con dos triunfos.

Nadie remontó nunca un 2-0 en contra. El escenario era el mismo y los protagonistas también, pero el argumento cambió. Tras la paliza del primer duelo, el Barcelona reaccionó, cerró su defensa y se dispuso a jugar duro y de tú a tú a su rival. Lo consiguió durante 39 minutos y pico, liderado por un gran Heurtel y ante un rival que solo estuvo cómodo cuando el partido enloqueció.

El Madrid empezó bloqueado y, mientras el Barcelona abría hueco, los de Laso no sabían ni dónde estaba el aro, con un porcentaje de tiros de campo que no llegaba ni al 30%. Si sobrevivieron los locales durante ese cuarto fue por el rebote ofensivo y por su dúo en la pintura, Ayón y Tavares.

El segundo cuarto no mejoró el baloncesto, pues las canastas se podían contar con cuentagotas. El Madrid supo reaccionar y dos triples de Carroll le devolvieron al partido, pero el marcador no se volvió loco: ventajas cortas para los azulgranas, cuyo juego colectivo superaba al del rival, y un 29-34 al descanso. El partido se iba a ganar desde la defensa.

La reanudación también amenazó con romper el partido del lado azulgrana, mucho más completo y con un Heurtel (se fue a los 30 puntos) en plan exhibición que llevó la renta del Barça Lassa a los dos dígitos. De nuevo, la inspiración madridista desde la línea de tres redujo el drama.

Y llegó el momento decisivo: el duelo se condujo con ventajas para el Barcelona, que no supo cerrar el partido, llegando este a unos últimos minutos locos: el Madrid fue recortando hueco y en el último segundo, Carroll se elevó para clavar el increíble triple del 2-0. Injusto quizás, pero real como la vida misma. Este jueves, tercer asalto.