En dieciseisavos de final el rival fue el Cádiz. Esta vez el pase se produjo con mayor solvencia (2-0). En octavos, el sistema de competición pasó a eliminatoria a doble partido. El rival, el Mirandés, de Segunda B. Victoria en tierras burgalesas (1-3) y pobrísimo empate a cero en el estadio Ruiz de Lopera. En cuartos el sorteo le depara un emparejamiento con el Gramanet. Y más apuros de los previstos. Empate a dos en la ida y triunfo ajustado (4-3) en el choque de Sevilla.

 

La eliminatoria más complicada llegaría en semifinales, donde se enfrentó al Athletic, todo un clásico en esta competición. Dos empates a cero y la buena actuación de Doblas en la tanda de penaltis en San Mamés dan a los verdiblancos el pasaporte para la final de Madrid.

 

Este título, a pesar de todo, ha sido un brillante colofón para una gran temporada, en la que el Betis ha logrado ser el cuarto mejor equipo de la Liga. Un puesto que le permitirá disputar la próxima edición de la Liga de Campeones, convirtiéndose además en el primer equipo andaluz que lo consigue.

 

 

La absoluta confianza depositada en el entrenador, Serra Ferrer, ha sido una de las claves del éxito. Y es que, a pesar de que hubo momentos difíciles, nadie dudó de su trabajo. Con un grupo muy similar al de temporadas anteriores, el mallorquín ha logrado transmitir la confianza necesaria a un grupo de futbolistas de excelente calidad.

 

 

Han sido muchas las coincidencias entre este triunfo en la Copa y aquel que consiguió el equipo en 1977. En ambas fechas, el Liverpool se había proclamado campeón de Europa (ante los alemanes del Borussia Moenchengladbach hace 28 años y esta temporada ante el Milan italiano). También coinciden ambas finales con ascensos de Cádiz a Primera (este año aún no ha certificado su ascenso, pero está a punto de hacerlo), y con el estreno de La guerra de las galaxias (entonces fue el episodio IV y en esta ocasión ha sido el III). En fin, un momento de casualidades en los dos últimos títulos coperos del Betis.