La presión de la FIFA y de las organizaciones internacionales para que el régimen islamista de Irán permitiese la presencia de mujeres en los estadios de fútbol ha surtido efecto a medias. Aunque el estadio de Kazán contó con féminas apoyando al equipo entrenado por Carlos Queiroz, en el propio país asiático tuvieron serios problemas, e incluso inicialmente se canceló, para dejar a las mujeres ver el partido en sus campos.

El estadio Azadí de Teherán iba a abrir sus puertas a mujeres y hombres para que vieran juntos la retransmisión del partido de Irán contra España, en un acontecimiento único. Sin embargo, un fuerte dispositivo policial impidió inicialmente el acceso a las féminas, después de las presiones recibidas por el sector más ultra del islamismo. Al final, la presión del público hizo que entrasen en razón.

"Se cancela la retransmisión del partido entre Irán y España en el estadio Azadí", informó la agencia Tasnim, vinculada a la Guardia Revolucionaria. Oficialmente, se debe a "problemas de infraestructura", aunque las sospechas de las presiones de los ultraconservadores hicieron ceder en un principio al Gobierno moderado de Hasan Rohani. Al final, rodeadas de fuertes medidas de seguridad, decenas de mujeres vieron el encuentro por las pantallas instaladas en el estadio.

Las iraníes tienen vetada la presencia en los estadios para ver partidos de fútbol masculinos desde la revolución que cambió el gobierno en 1979. La presión de las activistas, aprovechando el Mundial, había conseguido poner en el foco de atención la problemática de las durísimas condiciones que pasan las mujeres del país asiático. La segregación por motivo de sexo es algo normal en muchos ámbitos de la sociedad, y por eso habían colocado el Mundial como un acontecimiento clave para denunciar lo que ocurre.