La halterofilia española aprovecha el juego limpio para hacer historia

Lydia Valentín, en el podio como campeona del mundo.
Lydia Valentín, en el podio como campeona del mundo.
EFE
Lydia Valentín, en el podio como campeona del mundo.

La halterofilia española vive un momento histórico, certificado con 13 medallas en el reciente Europeo de Bucarest. El camino que en su día abrieron Estefanía Juan, José Casado o Rebeca Sires ha encontrado relevo en Lydia Valentín y el equipo de jóvenes talentos que lidera. Los primeros, con ocho medallas, establecieron la mejor marca de España en un Europeo hasta ahora, pulverizada por los ‘Lydikiters’.

Este resultado no llega por casualidad, a pesar de que la halterofilia es el segundo deporte olímpico con menos licencias en España (2.834 en 2016), solo por delante del Pentatlón Moderno. El número crece despacio y sigue a un abismo de otros países a los que, sin embargo, España mira desde arriba asomada a la cuarta plaza del medallero.

El factor interno

Los éxitos de la Selección española pueden suponer un importante estímulo para que muchas personas se introduzcan en el mundillo de las pesas. El auge también se percibe en los gimnasios, donde la afluencia crece gracias a la popularización de disciplinas como el CrossFit.

Otros factores que explican la proyección del equipo nacional son el impulso de la cantera a través de iniciativas como las pruebas de captación y la inversión. Atenery Hernández, Irene Martínez, David Sánchez y Marcos Ruiz pertenecen al Programa Prodium del Comité Olímpico Español y Telefónica, que apoya a jóvenes promesas de diferentes deportes. Pese a su juventud, los tres últimos ya han pisado el podium continental.

El factor externo

Existe en la lluvia de medallas un factor tan decisivo como externo: el castigo que la Federación Mundial de Halterofilia impuso a varias de las grandes potencias mundiales por sus reiterados positivos en los reanálisis de las muestras de Pekín 2008 y Londres 2012. Entre los castigados están Azerbaiyán, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Moldavia, Rusia, Turquía y Ucrania. El dopaje, precisamente, impidió a Lydia Valentín saborear en su día dos podios olímpicos, uno de oro en Londres 2012 y otro de plata en Pekín 2008.

El ‘boom’ español, confirmado en Bucarest, comenzó a apreciarse en el pasado Mundial de Anaheim. Los levantadores españoles han sabido aprovechar el trabajo diario tanto como el juego limpio y tienen motivos para apuntar con ambición a los Juegos de Tokio 2020.

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