Edurne Pasabán: "A veces es difícil estar sola en la montaña con hombres"

Luchadora, trabajadora, sufridora e incansable. Esos son algunos de los adjetivos con los que se podría describir a la guipuzcoana Edurne Pasabán que, con 8 "ochomiles" a sus espaldas, intentará convertirse en tres años en la primera mujer que corona los 14 que existen en la Tierra.
Edurne Pasabán en el Himalaya. (TVE)
Edurne Pasabán en el Himalaya. (TVE)
TVE
Edurne Pasabán en el Himalaya. (TVE)

Edurne Pasabán empezó el pasado miércoles una increíble y arriesgada aventura: convertirse, con un equipo de Al filo de lo imposible, en la primera mujer en coronar los 14 ochomiles del planeta. De momento, Pasabán ya cuenta con ocho, y su primer escala será el Annapurna.

Hablamos con ella pocas horas antes de salir, mientras ultimaba el viaje llamando a su hermano a pedirle unos Cds y a su madre para que le comprara otras pequeñas cosas que s e le habían olvidado. Su voz reflejaba la ilusión y la pasión que siente ante esta aventura una chica de espíritu libre y retos constantes.

Esto no es un reto, es un retazo... ¿de quién fue la idea?

He estado durante un año y pico en un agujero negro y no sabía cómo salir de él, y ahora tengo este proyecto tan motivante y estoy muy contenta.

Es algo que mucha gente me decía, y como ya tengo ocho ochomiles, tengo algo más de la mitad del camino hecho, aunque lo que queda será largo. Esperamos que dure en torno a los tres años, aunque con la montaña ya se sabe... ella pone sus normas. Tengo 33 años, y era el momento, porque como mujer que soy ya me planteo ciertas cosas...

¿La maternidad?

Si, llegada una edad, el reloj biológico te llama y tengo ya amigas y hermanos con hijos ya, y formar una familia es algo que me apetece mucho. Pero creo que con esta edad aún puedo conseguirlo todo.

¿Cuáles son sus sensaciones y sentimientos antes de salir?

Pues un poco de todo, pero sobre todo mucha ilusión. He estado durante un año y pico en un agujero negro y no sabía cómo salir de él, y ahora tengo este proyecto tan motivante y estoy muy contenta. Si sale todo bien, genial, y si no, al menos lo habré disfrutado a tope.

¿Qué le dicen su chico, familia y amigos?

Pues como me ven feliz, están contentos, pero ya estaban haciendo apuestas de a ver cuántos días tardo en llamar diciendo que quién me mandaba irme allí (ríe). Mi chico no tiene nada que ver con el montañismo, pero me apoya y anima, y la familia se preocupa... pero ya están acostumbrados.

¿Qué le da este deporte?

Me aporta mucha libertad, porque yo me he criado en una familia que me cuida mucho, que mira por mi.... pero en la montaña soy yo la que toma las decisiones, son mis proyectos y yo los controlo.

¿Qué no puede faltar en su mochila?

El ordenador y el móvil (vía satélite) para comunicarme con casa. Me dan ánimos y me escuchan cuando llamo llorando, cuando me desmorono... Tampoco falta algo de música y libros. Siempre me llevo novelas y libros para estudiar.

¿Podremos seguir sus aventuras desde su web?

Sí, además la voy a hacer más dinámica, con actualizaciones cada día, fotos...

¿Qué dificultades tiene siendo la única mujer del equipo?

Las mujeres necesitamos hablar de nuestras cosas entre nosotras. En estas ocasiones llamo a mi madre o a alguna amiga.

Ellos me tratan bien, me cuidan y me respetan, pero a veces es difícil estar solo con hombres, porque las mujeres necesitamos hablar de nuestras cosas entre nosotras. En esas ocasiones suelo llamar a mi madre o a alguna amiga.

¿Nada de machismo en la montaña entonces?

Hay cosas que he tenido que pelear mucho. Para cargar con la mochila soy como ellos, pero a veces he tenido que soportar ciertos comentarios... ¡pero están dominados ya!

¿Qué es lo que se le hace más duro en estas expediciones?

Echo mucho de menos la comodidad de estar en casa. Me paso el día viajando, entrenando y haciendo cosas, pero siempre intento, a las 8 estar calentita en casa haciendo sofing.

¿Recuperada totalmente de su accidente en el K-2?

Me amputaron dos dedos de los pies, pero me hicieron unas plantillas y no tengo ningún problema, aunque tengo que tener mucho cuidado con el frío.

¿Y anímicamente?

El balance es siempre positivo, aunque piensas que eres tonta, que quién te mandaba irte para allá de nuevo... luego olvidas lo malo

En el K-2 estuve al máximo de mis fuerzas, cerca de perder la vida, y eso hace pensar mucho. Estoy bien, pero siempre tengo la duda de si sabré medir mis fuerzas porque, al final, lo que vale es volver a casa. De todo hay que aprender, y de esta experiencia yo lo hice muchísimo.

En las expediciones ¿se disfruta o se sufre más?

El balance es siempre positivo, aunque allí piensas que eres tonta, que quién te mandaba irte para allá de nuevo... luego olvidas lo malo, el frío, lo mala que es la comida...

¿Cómo va su casa rural/restaurante Abeletxe?

Va muy bien, aunque en los dos últimos años he puesto a gente al frente que se ocupa de ella, como mi madre. Me da tranquilidad para el futuro, porque de este deporte no se puede vivir. Yo estudie ingeniería industrial, pero de momento no me veo metida en una empresa... También doy conferencias.

¿Sigue colaborando con la ONG Mountaineers for Himalayas?

Sí, es una fundación con la que hemos querido poner nuestro granito de arena en el Himalaya, en el que ya conocemos a mucha gente, para ayudar a la educación de sus niños.

¿Qué espera traerse de esta aventura?

Voy con mucha ilusión y ganas de disfrutar, y me gustaría filmar una buena película para Al filo de lo imposible.

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