Girona es una ciudad muy ciclista que sin embargo tampoco tiene una dilatadísima presencia (no es una Lieja o una Ávila, vamos ) en carreras profesionales. Y lo es porque muchos equipos eligen la capital provincial y su alfoz como base europea o muchos de sus corredores establecen aquí una residencia durante la temporada. Carreteras donde se han fabricado victorias de etapa, clásicas y generales pero que también tienen ese lado oscuro de las neveras vinculadas con el dopaje de las que hablaba Lance Armstrong.

A Girona llegó este miércoles la Volta a Catalunya en una tercera etapa que apretó algo la general de cara a la etapa de este jueves en los Pirineos y tras la que asciende al liderato, gracias a las rentas del primer día, el francés Pierre Rolland (Europcar). Una jornada jalonada con varios puertos, con el Santuario de Els Angels cerca de meta, en la que se impuso el italiano Domenico Pozzovivo (AG2R) con un par de segundos de margen sobre un grupito gestado en la subida por Alberto Contador, Fabio Aru, Richie Porte y Rigoberto Urán. Pozzovivo, menudo él, es un perfil de ciclista opuesto al de rodador por planta.

Alejandro Valverde, tras su paso adelante con la victoria en Olot, perdió parte de sus réditos por culpa de un corte en el que se vio involucrado en el Alto de Santa Pellaia, una caída de varios ciclistas bastante adelante del pelotón que fraccionó el grupo y animó para el trabajo al Astana y al Tinkoff-Saxo. Condenado a rodar sin apoyo de su equipo unos cuantos kilómetros, llegando a perder 40 segundos, reduciría las pérdidas hasta los 24. Pocos ciclistas gestionan estas adversidades como Valverde, muy acostumbrado a perseguir por momentos puntuales vividos en su carrera. Como Chris Froome, que mostró debilidad cuando arrancó Contador en Els Angels. Seleccionó, pero no se marchó en solitario.

Rolland, que apostó por gestionar su botín de tiempo, ascendió al liderato con algo más de un minuto sobre Paterski y De Clercq, sus compañeros de fuga en Calella, y más de dos minutos sobre Pozzovivo. Este jueves la Volta afronta la larguísima ascensión a La Creueta y el posterior final en la estación invernal de La Molina, una etapa de montaña que esboza más un maquillaje en los puestos del podio que en un vuelto en su general.

El polaco Michal Kwiatkowski, campeón mundial en los pasados (y deficitarios) Mundiales de Ponferrada, pasó al ataque en el Patterberg, el muro empedrado que construyó un granjero porque quería ver carreras ciclistas por la puerta de su casa. A 35 kilómetros de la meta, un movimiento importante para el A Través de Flandes que se disputó este miércoles pese a que restaban tramos adoquinados y otros tres muros

Pero a su rueda se soldaron los belgas Jelle Wallays y Edward Theuns, del modesto equipo Tosport, y el holandés Dylan van Baarle, del Garmin-Cannondale. Los cuatro se destacarían y, como suele pasar en estas carreras, la veintena de segundos que consolidaron fue el principio del fin para los perseguidores.

Y sin embargo no ganaría el ciclista del Etixx-QuickStep, un equipo belga muy comprometido con estas carreras por las árdenas flamencas que ya había visto como el británico Ian Stannard (Sky) había ridiculizado a tres de sus pupilos en la Omloop, la primera gran clásica sobre pavé del curso. El Tosport jugaría sus bazas a la perfección, lanzaría primero al hombre menos rápido y lograría que el marcaje entre Kwiatkowski y Van Baarle diera sus frutos en forma de Jelle Wallays. El de Roeselare, de 25 añitos, y ganador en 2014, se haría con el triunfo. Y por detrás, en la disputa de la segunda plaza, su compañero Theuns redondearía un doblete genial de la formación belga.