El ciclismo es un deporte de sagas en el que el gusanillo de la competición se transmite de padres a hijos, entre familiares. La valenciana Anna Sanchís (18 de octubre de 1987), hija del ex profesional Salvador Sanchís, es otro ejemplo más.

"Éste es mi mundo, me he criado entre bicicletas", sonríe y confirma. Creció dentro de la tienda de bicis familiar, en Xátiva. Empezó con la bici a los tres años; a los cinco, cuando en cada prueba todas las chicas participantes tenían trofeo y bocata, a competir.

Ahora, con 21 recién cumplidos, Sanchís ha fichado para 2009 por el Safi-Pasta Zara italiano, un equipo del país donde más profesionalizado está el deporte del pedal para las chicas. La quieren para luchar por el Giro Donne, la versión femenina del Giro de Italia. "Para nosotras es como el Tour", indica.

Un año de parón

En el Giro, este año, brilló con la selección y acabó séptima en la general final. «Yo soy una corredora de carreras por etapas; y cuanto más duras, mejor», dice. Era su segunda participación. En la primera, en 2006, logró acabar. Era la más joven (18) de todas las participantes. Muy meritorio.

Pero en 2007 no pudo regresar. "Correría cinco carreras o así esa temporada; sufrí una lesión en cada rodilla y me fracturé la pelvis en una caída -recuerda-. Pero todo este año en blanco me ha venido bien".

En 2008, tras comenzar a rodar en marzo, se proclamó campeona de España sub-23 y destacó en los Juegos y los Mundiales. «La verdad, la primera sorprendida he sido yo misma», indica. En Italia compartirá equipo con Eneritz Iturriaga (1980) y Marta Vilajosana (1975), dos de las grandes referencias del pelotón femenino nacional que optaron por emigrar. Ella es aire fresco en un deporte que busca a la nueva Joane Somarriba.

Estudiar antes de pedalear

Sanchís compagina la competición con sus estudios de Medicina en la Universidad de Valencia, entre el primer y el segundo curso. El Giro 2008 llegó en plena época de exámenes. "Madrugaba y, entre las seis y las ocho me iba al baño a estudiar Fisiología para no molestar a las compañeras", recuerda.

Desde niña, confiesa, quiere ser Forense. "Pero en el Bachillerato tiré por letras. Comencé Magisterio, pero lo dejé y me pasé a Medicina. Aparte de lo dura que es la carrera, y más siendo deportista, me he tenido que poner las pilas en Química, en Biología,... Yo venía de traducir latín. Los profesores y los compañeros se portan», dice.