El tenis femenino español vive una revolución con la irrupción de prometedoras raquetas que siguen los pasos de Garbiñe Muguruza y Carla Suárez, las dos referentes españolas en el circuito WTA. El pasado mes de febrero el ‘huracán’ Georgina García Pérez arrasó en la eliminatoria de Copa Federación disputada en Japón y esta semana ha sido el turno de la joven Aliona Bolsova, que dio un golpe sobre la mesa en Roland Garros al meterse en tercera ronda.

Natural de Moldavia y criada en la Costa Brava desde los dos años, Bolsova no solo ha superado por primera vez la fase previa de un ‘grande’, sino que ha encadenado cinco triunfos en París para abrirse paso frente a Vera Zvoraneva, exnúmero 2 del ranking y subcampeona de dos Grand Slam, y Sorana Cirstea.

A sus 21 años, la de Palafrugell sobresale del molde habitual de una deportista y luce seis llamativos tatuajes que encajan con su personalidad. Entre ellos destaca una leona que simboliza el feminismo que defiende. El conjunto refleja el carácter luchador que le ha permitido regresar a la élite desde las profundidades del tenis.

Sus inicios fueron brillantes, al debutar en el circuito ITF a los 14 años y sumar 4 títulos antes de llegar a la mayoría de edad. No obstante, diversos problemas físicos y la presión del circuito le llevaron a colgar la raqueta y dar un giro a su vida para estudiar diseño de moda y producción en Estados Unidos.

Recuperó la ilusión al liberarse de la presión y se trasladó a Barcelona para retomar su trayectoria deportiva. No tardó en ponerse en forma, ya que en 2018 se consagró como una de las raquetas a seguir al firmar un balance de 41 victorias y 16 derrotas.

A pesar de su juventud ya sabe lo que es ser convocada por el equipo nacional de Copa Federación y se ha confirmado como una de las grandes revelaciones de la temporada en el Roland Garros 2019.

Su próximo reto es el partido por los octavos de final frente a Yekaterina Aleksándrova y lo afrontará con la misma ambición y el objetivo de seguir superándose.

Bolsova vivió un huracán de emociones al superar a Babos y clasificarse para el cuadro final en París y quiso dedicar su triunfo a su entrenador Marcelo Wieliwis, quien murió la semana pasada.

“Allí donde estés sé que me estas viendo y estas orgulloso de mí. Has sido mi ángel de la guarda estos dos últimos partidos, tu positividad me ha acompañado cada punto. Mi primer cuadro final de un grande es por y para ti Marcelo. Te extraño”, escribió la tenista en sus redes sociales.