Soñó el Barça y soñó Montjuic. Solo 90 minutos separaban a los culés de volver a unas semifinales tras cinco años de ausencia. Pero el sueño duró hasta que aparecieron Dembélé, primero, y Mbappé, después, y acabaron con las aspiraciones blaugranas en la eliminatoria, las volvieron una pesadilla y metieron al PSG en semifinales de Champions. El equipo catalán luchó, con uno menos gran parte del partido, pero no tuvo premio en un choque que acabó en goleada (1-4).
En un inicio extraño —con la hinchada azulgrana lanzando bengalas y objetos sobre el bus de sus jugadores pensando que era el del PSG—, los de Xavi Hernández dieron la cara: asedió el Paris Saint-Germain y aguantó el Barcelona, bien posicionado y cerrando todos los espacios, para impedir llegadas claras de los franceses.
En lo que el conjunto galo buscaba el error culé, apareció Raphinha, que nunca había marcado en Champions hasta la ida en el Parque de los Príncipes y ya lleva tres goles en dos partidos frente a los parisinos. El brasileño no desaprovechó la primera acción de peligro blaugrana en un cuarto de hora de partido, una internada de Lamine Yamal por la derecha y un balón tenso al área pequeña, y puso el primero en el marcador.
Con dos goles de ventaja en la eliminatoria, el cuadro catalán se vino arriba y Lewandowski estuvo a punto de marcar el segundo en un mal despeje de la zaga parisina, que le dejó un balón franco para el remate. Pero el disparo se le fue desviado al polaco.
El partido se volvió loco al cumplirse la media hora de juego. Barcola, el futbolista del PSG que más daño hizo al Barça, se marchaba solo por la izquierda, perseguido por Araújo, que le derribó justo antes de que pisase área. El árbitro lo tuvo claro: se llevó la mano al bolsillo y mostró la roja el uruguayo, que se marchó muy enfadado haciendo gestos de robo con la mano.
Entró Íñigo Martínez por Lamine Yamal para reajustar la defensa... y a los 10 minutos, empató el partido Dembélé, que escuchó música de viento de la que fuese su afición, rematando un centro desde la izquierda de Barcola.
Con el 1-1 se fue el choque al descanso, aunque no duró mucho ese marcador al regreso de vestuarios. Un zapatazo mordido de Vitinha desde fuera del área, cuando se cumplía el 55, puso las tablas en la eliminatoria. Y cuando el Barça parecía muerto, Gündogan estrelló un balón en la madera. Justo después estalló Xavi a cuenta de una falta de De Jong señalada por el árbitro: el catalán pateó una valla publicitaria y el trencilla le mostró la roja directa.
A partir de ahí, el equipo culé echó el resto para buscar el milagro y, cuando mejor estaba, Joao Cancelo se llevó por delante a Dembélé en el interior del área. Penalti para el PSG, balón para Mbappé. El galo no falló desde los 11 metros y celebró con su afición.
Nunca se rindió el conjunto blaugrana —tuvo hasta la oportunidad de hacer un gol olímpico desde un saque de esquina— pero Mbappé ya había decidido convertirse en enemigo público número 1 del Barça antes de, quizás, vestirse de blanco el próximo año: justo después de esa acción, el PSG condujo una contra letal para que Kylian sentenciase la eliminatoria y pusiese al equipo de su corazón en semifinales.
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