Carlos Alcaraz sumó su segundo Indian Wells a su palmarés tras superar a Daniil Medvédev (6-7, 1-6) en una final de dos horas que comenzó igualada pero en la que el español acabó arrasando. 

Tras un inicio de año con algunas dudas, la mejor versión del murciano ya está aquí tras completar un torneo impresionante en el que ha superado a rivales durísimos. Llevaba nueve meses sin ganar un torneo, desde el pasado Wimbledon, pero ha demostrado su categoría.

Carlitos entró frío al partido y lo pagó caro, con un break nada más salir a la pista que le complicaba el primer set. Sin embargo, poco a poco fue cogiendo sensaciones y amenazando ya el servicio del ruso hasta que llegó la respuesta del español: rotura en el sexto y partido igualado.

Los puntazos se sucedían, con Alcaraz dejando uno que levantó de los asientos al público californiano y desesperando a Medvedev, que se veía cerca de llevarse la primera manga pero sin lograrlo.

Con 5-5 fue el momento clave. Se puso 15-40 el ruso para romper al español, pero entonces salió la mejor versión del de El Palmar. Levantó ambas bolas y, tras llevarse el ruso su servicio, el set se decidió en el tie-break.

En el desempate, la igualdad fue máxima, y el aspecto mental fue clave. Carlitos jugó mejor los puntos importantes, Medvedev falló en ellos y el español se llevó una disputadísima manga que duró algo más de una hora.

Alcaraz comenzó como una apisonadora el segundo set. Rompió en la primera oportunidad que tuvo y la final pasó a ser un paseo, con el español amenazando cada servicio del ruso y llevándose los suyos con comodidad. La derecha del español y su saque funcionaban a la perfección, mientras Medvedev se veía cada vez más desesperado, enlazando errores no forzados y buscando rivales en la grada. No hay partido sin bronca de Daniil, un tipo peculiar.

Tras el segundo break de la manga, que ponía el 5-1, el partido estaba ya sentenciado: Alcaraz alargaba su reinado en Indian Wells y mandaba un mensaje gritos al planeta tenis: nunca se fue, y ahora está mejor que nunca.