Pole de Verstappen en Bahréin con la parrilla en un suspiro: Sainz cuarto y Alonso sexto, a centésimas de salir en primera línea

La vida sigue igual. Unas escuderías suben, otras bajan. Unas mejoran, otras empeoran. Sin embargo, Max Verstappen sigue siendo el rey. Arrancó oficialmente el Mundial 2024 de Fórmula 1 con la clasificación del Gran Premio de Bahréin, y como manda la tradición el vigente campeón del mundo se llevó una nueva pole que le pone en bandeja, salvo sorpresa, estrenar otro campeonato con victoria.

Sin embargo, este viernes en Sakhir nació una nueva esperanza, fundamentalmente porque el RB20 demostró ser más terrenal que el RB19, y porque los aspirantes del año pasado se han cansado de esperar, de soñar, de fracasar. El invierno ha sido largo, y muy provechoso para Ferrari, Aston Martin, Mercedes e incluso McLaren, que han recortado distancias de forma drástica con la inalcanzable Red Bull.

La pole, insistimos, fue para un Verstappen (1.29.179) que ni siquiera hubiese necesitado mejorar su primer tiempo de la Q3 para lograrla, y que ahora que parece más accesible que nunca, tendrá una diana gigante en su espalda. Aun así, apenas le separaron dos décimas de Charles Leclerc, que fue segundo y podría haber sido primero si hubiese igualado al menos su tiempo de la Q2 (1.29.165), pero no pudo lograrlo y firmó un 1.29.407.

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George Russell fue tercero, muy cerca del monegasco, con un crono (1.29.485) apenas dos décimas más rápido que su compañero, Lewis Hamilton, que fue nada menos que noveno. Entre medias, un universo de posibilidades en el que, en apenas centésimas, Carlos Sainz logró ser cuarto, 'Checo' Pérez quinto, Fernando Alonso sexto (y eso que sólo tuvo un intento en Q3 y lo gastó a mitad de sesión, con pista libre pero en peores condiciones), Lando Norris séptimo y Oscar Piastri octavo. 

La sorpresa la dio Nico hulkenberg, que coló su Haas en la Q3, y la decepción fue una vez más Lance Stroll, que no pudo pasar de la duodécima plaza con el AMR24. Aun así, nada comparable con el drama de Alpine, con ambos coches últimos y recurriendo a mecánicos de Red Bull para enfriar el monoplaza tras la Q1; y el de Sauber Kick, que no parece haber mejorado en exceso de un año a otro.

Sea como sea, la conclusión a extraer de la clasificación es esperanzadora, especialmente para los pilotos españoles. La parrilla más igualada y compactada de los últimos tiempos en la parte alta, con al menos un Red Bull asequible para pelear y el otro lejos, pero menos que nunca. Un panorama alentador que, sin duda, dará alas a los aspirantes para seguir mejorando a lo largo de la temporada, porque por muy innovador que Adrian Newey haya querido ser con el RB20, cada vez le quedan menos trucos en la chistera. 

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Promete muchas emociones fuertes, por tanto, la carrera que se correrá en sábado por respeto al Ramadán. El podio estará más caro que nunca, pero eso es lo bonito, la lucha entre alternativas en igualdad de condiciones entre ocho-diez pilotos que lo darán absolutamente todo sobre la pista; y por primera vez en mucho tiempo, la victoria del extraterrestre neerlandés no está asegurada al cien por cien.

En clave española, tanto Carlos como Fernando saldrán sabiendo que deben hacer una carrera perfecta, pero que si la hacen, su presencia en el podio no será extraña. Ambos podrían salir segundos o terceros, y ambos han demostrado, sobre todo el asturiano como se vio aquí el año pasado, que no le tienen miedo a nada. Cuando se apague el semáforo, estaremos ante una de las salidas más emocionantes de la historia.