Choque de realidades en el clásico europeo: el Barça de Grimau en la cuerda floja frente a un Real Madrid casi imparable

Real Madrid vs. Barça de baloncesto
Poirier defiende a Laprovittola.
Federico Titone
Real Madrid vs. Barça de baloncesto

El Barça recibe al Real Madrid este miércoles en el Palau en un duelo de Euroliga en el que habrá mucho más en juego que una simple victoria. Un triunfo que ya es importante por tratarse de un clásico ante el eterno rival, pero que tiene un significado mucho más profundo y simbólico para culés y madridistas.

Los de Chus Mateo dominan con puño de hierro tanto la competición continental como la Liga Endesa. Entre ambas competiciones, los blancos apenas han registrado dos derrotas intrascendentes que no han afectado a su intratable estado de forma. Otra victoria en Barcelona certificarían su candidatura a todo e inyectaría otra gran dosis de moral y autoestima para lo que se viene.

Una estadística siembra el optimismo en el Madrid: ha salido victorioso en los tres choques contra el Barça este año. En la Supercopa de España, en su primer duelo de la temporada regular en ACB, y también en su primer enfrentamiento en Euroliga de la campaña 23/24. Todo un Everest que escalar sobre el parqué y en el aspecto mental para el conjunto blaugrana, que además contará con varios hándicaps en contra en un partido crucial para definir sus aspiraciones.

Roger Grimau, técnico azulgrana desde el pasado verano cuando prescindieron de Sarunas Jasikevicius, tiene hace tiempo la espada de Damocles pendiendo sobre su asiento en el banquillo barcelonista. El equipo sencillamente no carbura, y viene de perder siete de los últimos 10 partidos con actuaciones en muchos casos excesivamente alejadas de lo que su afición exige y demanda, especialmente con la gran plantilla que lograron confeccionar en verano.

El reto, desde luego, es mayúsculo, aunque en este tipo de partidos de máxima rivalidad el estado de forma es uno más de los múltiples factores que pueden intervenir. El azar, la suerte, los detalles y la presión ambiental también jugarán una baza importante, y eso que Grimau y los suyos no cuentan precisamente con el apoyo incondicional de los suyos en estos momentos. La visita de los merengues, en este sentido, es otra historia.

Por eso mismo, su entrenador cree que el Madrid "es el mejor rival que podríamos tener en esta situación", ya que una victoria daría un giro de 180 grados a su temporada: "Han demostrado que son los mejores actualmente, pero a menudo cuando tienes estos momentos lo que te interesa es tener un rival fuerte que te ponga a prueba y te motive. Estamos muy motivados, preparados y con ganas de vivir mañana una de esas noches mágicas en el Palau".

"Es evidente que la situación que estamos pasando es mala. La imagen que hemos dado en algunos partidos no se puede dar. Estamos intentando hacer este cambio, tocar la tecla que nos permita ser mucho mas competitivos, no bajar brazos en algunas ocasiones, como ha pasado. No creo que sea falta de voluntad, sino porque se dan estas dinámicas en las que a ti no sale nada, al rival le sale todo y te vienes abajo", explicó Grimau en la previa del encuentro. 

El preparador catalán, pese a todo, sigue confiando en sí mismo y en los suyos, se siente "fuerte" y confía en la victoria, pero también tiene los pies en el suelo: "No se puede permitir y lo tenemos que revertir ya, pero a la vez tengo la máxima confianza en el trabajo que estamos haciendo y en los jugadores para dar la vuelta a esta situación. El trabajo se está haciendo bien, pero los resultados no están saliendo. Es cuestión de hacer 'clic'. A veces una cosa insignificante te hace cambiar toda una dinámica".

"Siguen existiendo las mismas dudas sobre mí que ya habían antes de que me ficharan. Los que estaban en contra, ya lo estaban. El ruido de fuera me interesa poco. Soy catalán y culer, sabe mal, pero para un profesional lo más importante es sentirse querido por la gente que está cerca, con la que trabajas cada día, y eso lo tengo", sentenció Grimau en rueda de prensa, sin entrar a valorar las críticas de todo un icono culé como Juan Carlos Navarro, mánager de la sección de basket del club.

Colisionan, por tanto, dos transatlánticos cuya deriva no podría ser más diametralmente opuesta. Uno lucha por salir a flote después de una racha pésima de juego, resultados y sensaciones, y encima debe hacerlo ante el navío más poderoso de los mares europeos, que avanza con el piloto automático a velocidad de crucero hacia la reválida de su título como campeón de la Euroliga y rey de Europa.

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