Mariren Kobak Trail: la Diosa Mari aloja una carrera de trail llamada a dejar huella en las montañas vascas

Un intrépido aventurero se adentra en una de las cuevas de Mari.
Un intrépido aventurero se adentra en una de las cuevas de Mari.
Isusko Barrenetxea
Un intrépido aventurero se adentra en una de las cuevas de Mari.

Un día cualquiera de noviembre, a las siete de la mañana todo es bruma en el barrio Urogoiti de Orosko. Huele a frío, que entra desde los pies y congela, quieras o no. Ha sido así durante siglos. Y así volverá a ser este próximo día 11, estreno de la Mariren Kobak Trail, algo más que una carrera de montaña como tal: una aventura en los dominios de la reina de la naturaleza.

A las 6.45 am, más frío aún, los 23 participantes en esta epopeya recibirán cuanta información necesitan: un mapa con el recorrido aproximado por el que deberán transitar. Dos son las condiciones, hacerlo en doce horas y, entre medias, pasar por todas las cuevas de la Diosa Mari localizadas en el mapa.

No es asunto baladí entrar a una de las grutas de esta diosa de la mitología vasca, y bien lo saben los corredores, pues la tradición ancestral ha corrido durante siglos de boca en boca: a Mari nunca se le puede mirar a los ojos y se le habla en haki. Y una última norma en sus moradas, se entra de la misma forma que se sale. Puro deporte y naturaleza en uno, magia. Y especial cuidado deberán tener ellos, pues la Diosa puede ser tiránica y engatusadora en cuestión de segundos.

Un penúltimo requisito: los 23 atletas, que harán el recorrido sin móvil o algún otro sistema de orientación ultramoderno, deberán llevar un chorizo, salchichón o embutido semejante. Además, el vestuario es obligatorio: una camisa en honor a la organización.

La epopeya física es considerable: son 80 kilómetros a recorrer en 12 horas como máximo, tres puntos de asistencia, y con un desnivel positivo que ronda los 4.700 metros.

20 hombres y 3 mujeres son los elegidos, con algunos nombres también legendarios: Uxue Fraile, Iker Carrera o el indestructible Oriol Antolí estarán en la línea de salida, listos para presentar sus respetos a la Diosa Mari y a visitar cada una de sus casas en el bosque. El cuento no ha hecho más que comenzar.

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