La Champions League reúne este miércoles a dos viejos enemigos. El Celtic de Glasgow y el Atlético de Madrid vuelven a verse las caras en una visita que recordará al inicio de su rivalidad hace casi medio siglo, porque el conjunto colchonero lucirá este octubre de 2023, por su 50 aniversario, los mismos que aquel lejano abril de 1974: camiseta completamente roja -con el escudo antiguo-, pantalón azul y medias rojas. Pero, ¿qué pasó en ese partido que lo hace tan especial?

Fue una semifinal de Copa de Europa que a día de hoy se conoce como la 'batalla de Glasgow'. Un nombramiento más que acertado porque el árbitro en esa noche europea, el turco Dogan Babacan, sancionó un total de 51 faltas y expulsó a tres futbolistas rojiblancos.

El ambiente había empezado a calentarse en la previa por el reencuentro de la gran estrella del equipo escocés, Jimmy Johnstone, y el lateral izquierdo atlético, Rubén Panadero Díaz. Ambos se habían visto las caras en la final de la Copa Intercontinental de 1967, cuando el indio jugaba en el Racing de Avellaneda y había castigado al delantero con un durísimo marcaje. Lo pagó más de un lustro después, ya rojiblanco, pues en la previa la prensa local llegó a calificarle de "asesino".

ATLÉTICO DE MADRID

Una batalla campal sobre el césped

Reina; Melo, Ovejero, Panadero Díaz; Benegas, Eusebio; Heredia, Adelardo, Gárate, Irureta y Ayala, fueron los once futbolistas elegidos por Juan Carlos Lorenzo para el partido. Una alineación con la que el técnico buscaba dar guerra en Glasgow para dejar la portería a cero y encarar la vuelta en la capital de España, y con la que se quedaron fuera Ufarte, Luis Aragonés, Alberto y Becerra.

Muy pronto se vio de qué iba a ir el partido, que se convirtió en una auténtica refriega. Tanto se empleó el Atlético, que se fue al descanso con cuatro futbolistas amonestados (Ayala, Díaz, Ovejero y Heredia). Y ya en la segunda parte, el color de las tarjetas cambió: Ayala fue el primer expulsado, y le siguieron Panadero y Quique. El que se llevó la peor parte no fue otro que el héroe local, Jimmy Johnstone, que desde su retiro reconoció que nunca había recibido tantas patadas como aquella noche.

Pese a tener solo ocho jugadores sobre el césped, el Atlético de Madrid resistió el asedio escocés, con un Reina espectacular rechazando de puños la mayoría de los balones que llegaban a sus inmediaciones, y se fue del Celtic Park con 0-0 en el marcador entre la indignación local y repudiado, también por la policía escocesa y los trabajadores del aeropuerto antes de embarcar de vuelta a Madrid.

El Atlético golea al Celta en Balaídos y sigue en la carrera por la Liga

"Fuimos a la carrera a protestarle al árbitro y nos cayeron palos por todos lados. La policía, que debía estar para protegernos, nos metió a porrazos en el vestuario", explicó Melo. "A Ayala le agarraron del pelo y le dieron una patada en el culo", declaró Heredia.

El parte de bajas tras la 'batalla de Glasgow' fue extenso. Los expulsados fueron suspendidos con tres partidos, y se perdieron la vuelta y los dos encuentros de la final ante el Bayern de Múnich. Y el club, además de recibir una multa de dos millones de pesetas (12.000 euros actuales), fue amenazado por la UEFA con echarle de las competiciones europeas si el comportamiento de su hinchada no era el adecuado en el Calderón. 

No fue así. El 24 de abril la afición reventó el Manzanares. Hizo vibrar de ánimo a su equipo y exhibió una conducta deportiva. Gárate y Adelardo hicieron el resto. Anotaron los dos goles que plantaron al equipo en la final de Heysel.