El Bernabéu fue una fiesta este sábado. Hubo tiempo para disfrutar del juego del Real Madrid, para celebrar goles —a pares con Bellingham— y hasta para tener gestos con la afición, como le pasó a Toni Kroos cuando quedaban poco más de 10 minutos para que concluyese el partido ante Osasuna (4-0).

El alemán se acercó al córner junto a la grada de animación en el minuto 77 para lanzar un saque de esquina. Desde allí vio la pancarta de un niño que le llamó la atención y sin dudarlo un segundo se acercó para chocar la mano con el pequeño.

Justo después dio media vuelta para regresar donde había dejado el balón —junto al banderín—, y esperó la llegada de Ceballos para colocarse el brazalete de capitán del conjunto blanco antes de volver a acomodar el cuero y ponerla en el corazón del área.

El Real Madrid había marcado ya los cuatro goles con los que tumbaría a Osasuna, que no fue capaz de frenar el festival ofensivo blanco, liderado por un Bellingham que sigue de dulce y por un Vinícius que está recuperando su mejor versión.