Del infierno al cielo: el camino de la selección femenina desde 'el motín de las 15' a la final del Mundial y al título de campeonas

Varias jugadoras de la selección española femenina de futbol durante una concentración, y el seleccionador nacional, Jorge Vilda, en imágenes de archivo.
Varias jugadoras de la selección española femenina de futbol durante una concentración, y el seleccionador nacional, Jorge Vilda, en imágenes de archivo.
EFE
Varias jugadoras de la selección española femenina de futbol durante una concentración, y el seleccionador nacional, Jorge Vilda, en imágenes de archivo.

La selección española femenina de fútbol ya ha hecho historia al lograr una clasificación épica para la final del Mundial de Australia y Nueva Zelanda. Lo que ocurra en la final, un partido que incluso puede duplicar el valor de la misma, no va a borrar una gesta inolvidable que empezó de la peor manera posible, con un motín de más de la mitad de la plantilla a falta de meses para el inicio de la competición que ahora tiene en sus manos el equipo de Jorge Vilda.

No hay peor arranque para una historia que ya ha encontrado su final feliz. España ha alcanzado el escalón de las más grandes, la final de la Copa del Mundo, un lugar reservado para las mejores futbolistas del planeta en el que parecía impensable estar hace apenas unos meses. Y es que, si por algo se caracterizan los mejores proyectos de esta competición, es por el trabajo a largo plazo y la perfecta cohesión de un grupo de futbolistas... Nada de lo que pudiera presumir España en los inicios del ciclo mundialista.

Todo arrancó el pasado mes de septiembre, cuando 15 jugadoras habituales en los planes de Vilda (Ainhoa Vicente, Patri Guijarro, Sandra Paños, Amaiur Sarriegi, Leila Ouahabi, Lucía García, Mapi León, Ona Batlle, Laia Aleixandri, Claudia Pina, Aitana Bonmatí, Mariona Caldentey, Lola Gallardo, Nerea Eizagirre y Andrea Pereira) alzaron la voz para pedir un cambio de guion. 'Las 15', como pasarían a ser reconocidas a partir de entonces, pedían el cese de Vilda, un movimiento rechazado por completo desde la Federación a pesar de la presión ejercida por un colectivo más que preparado para alcanzar la cima. 

Las semanas pasaron sin punto de encuentro entre las partes, y llegado el momento de la verdad, esas concentraciones clave para perfilar el equipo de cara a la gran cita, se tomó una decisión tan arriesgada como su alternativa. Rubiales blindó a Vilda en su puesto, lo que permitió mantener el proyecto, pero con la difícil misión de reajustarlo con otras jugadoras.

Las dudas, a falta de meses para la competición y ante un escenario mundial repleto de colosos, eran más que evidentes, pero entonces, para sorpresa de muchos, la máquina empezó a funcionar.  La 'cara B' del disco de la Roja también sonaba bien, de hecho regaló melodías perfectas en las primeras pruebas reales incluyendo la primera victoria de la historia ante Estados Unidos.

El ruido de la polémica se apagó progresivamente, pero aunque los resultados fueron buenos, seguía existiendo el miedo de tropezar en el momento de la verdad con el bulto barrido debajo de la alfombra.

Los duelos ante Costa Rica (3-0) y Zambia (5-0) sembraron la calma, quizás demasiada antes de un partido demoledor ante Japón (0-4) tras el que volvieron a estallar las críticas por la ausencia de los grandes nombres. Nuevo reto para Vilda y las suyas... y nueva respuesta en el campo, 5-1 a Suiza para hacer historia superando los octavos y doble gesta ante Países Bajos (finalista de la pasada edición) y Suecia (coloso europeo) para reaccionar a dos empates de última hora de manera magistral.

Lo que ocurra en la final está por ver, pero es innegable la confirmación de que el proyecto que 'las 15' trataron de tumbar sí estaba preparado para pelear por el título mundial. Ahora, con el debate zanjado por completo, solo las que visten la camiseta tendrán el poder de pelear por lo que es suyo este domingo ante Inglaterra.

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