Lesiones, escándalos y millones: las razones del apagón prematuro de Neymar

Neymar se despide del PSG y pone rumbo Arabia.
Neymar se despide del PSG y pone rumbo Arabia.
Matthieu Mirville
Neymar se despide del PSG y pone rumbo Arabia.

Arabia Saudí ya ha 'engullido' a Neymar. El exquisito delantero brasileño se ha desvanecido a sus 31 años de la élite europea en la nube de millones de Oriente Medio, y lo ha hecho sin despedirse en el campo, sin una última noche de filigranas, dejando un vacío extraño en los puristas del fútbol que ahora lamentan el apagón prematuro de otra estrella brasileña.

Es el punto de consenso de muchos aficionados del deporte rey en torno a su figura, se le ha acabado la oportunidad de alzar la voz y hacerse con lo que le corresponde por su fútbol. Los títulos europeos, los trofeos de MVP del partido y, por qué no, ese Balón -o Balones- de Oro que se le presuponían una vez que Messi y Ronaldo dejaran de monopolizar las galas le seguían esperando, pero él mismo ha decidido cerrarles la puerta.

En cierto modo, el sí a un contrato de 200 millones limpios -100 por cada una de las dos temporadas pactadas con el Al Hilal- es el punto final a una historia que viene de lejos, un declive que ya llevaba años buscando el final ahora encontrado. 

Aunque muchos se anticipan y señalan ese final en su salida del Barça, y quizás no estén muy desencaminados. Ese joven llegado desde el Santos brasileño, tan solo un puñado de huesos con una clase sobrenatural para domar la redonda, creció siendo el protegido de Messi en la Ciudad Condal y se marchó como una pieza clave de un tridente histórico. La MSN dominó el planeta, y pudo seguir haciéndolo durante años de no ser por el derrumbe que empezó la salida del propio Neymar.

Los más de 200 millones ofrecidos desde Qatar borraron todo rastro de las memorias más gloriosas del brasileño y, de nuevo aconsejado por su padre y representante (quizás otro de los grandes actores del declive de su hijo), optó por poner rumbo al club en el que se apagaría todo.

El aumento de su cuenta bancaria fue progresivo al descenso de tardes mágicas sobre el césped. Quizás fue la falta de motivación en una liga pequeña para una estrella de su calibre lo que arrebató la pasión, y un artista sin pasión no es nada. 

Tampoco han ayudado sus escándalos extradeportivos. Salidas nocturnas, infidelidades, declaraciones incendiarias, los famosos cumpleaños de su hermana por allá por el mes de febrero y los veranos de disfrute con una alta factura física a pagar en las pretemporadas... todo granitos de arena que se convirtieron en una montaña imposible de escalar para el brasileño.

Por último, las lesiones, un gran obstáculo quizás estrechamente relacionado con todo lo anterior, terminaron por enterrar toda esperanza de ver una última exhibición sobre el césped del brasileño, al menos un adiós de 90 minutos a la altura de lo que fue durante años.

Incluso el PSG tiró de fe con la llegada de Luis Enrique, y quién sabe si con el asturiano -con el que alcanzó su mejor estado de forma- hubiese recuperado los regates con los que soñó de niño, pero el jugón no ha querido ni intentarlo.

En Arabia cae en ese grupo formado por una mezcla de veteranos que merecen un retiro tan millonario como tranquilo (Benzema, CR7, Firminho...) y esos jugadores que cambiaron el éxito por los millones (Kanté, Mané, Mendy). Claramente, el nombre de Neymar quedará en el olvido, como todos los del segundo grupo, enterrado en una montaña de millones, nostalgia y arena.

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