Faltaban tres segundos para que terminara la final de la Euroliga y el Real Madrid, a trancas y barrancas, se encontraba solo un punto abajo ante el Olympiacos... y con posesión de balón.
Sergio Rodríguez, Tavares... muchos candidatos parecían destinados a coger la pelota y jugarse una jugada para una temporada. Pero quien pidió la bola fue Sergio Llull: el menorquín botó y botó hasta que de repente frenó en seco y se elevó, con un pequeño problema; delante tenía a un gigante de 2,18 llamado Moustapha Fall con el brazo prácticamente en su cara.
Nadie sabe cómo, pero Llull -experto en estas lides de solo ante el peligro- fue capaz en el último instante de mover la muñeca para sortear el Everest que tenía delante y enviar el balón rumbo al aro. La pelota subió y subió... y cayó con nieve para alojarse en esa red que Llull siempre corta al final de los grandes triunfos. La Euroliga ya lleva su nombre y la imagen de una canasta inolvidable.
SERGIO LLULL 🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥🔥 pic.twitter.com/7iLTwu23gb
— Euroleague Time (@euroleague_time) May 21, 2023
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