Entrevista

Sandra Sánchez: "Entrego mi corazón en cada cosa que hago, quizás por eso soy tan feliz"

fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista Sandra Sánchez. Kárate.
Ángel y demonio, las dos caras de Sandra Sánchez fuera y dentro del tatami.
Jorge París
fotografo: Jorge Paris Hernandez [[[PREVISIONES 20M]]] tema: Entrevista Sandra Sánchez. Kárate.
Entrevista Sandra Sánchez. Kárate.
Ángel y demonio

En el salón de casa de los Sánchez sigue aquella barra. Quizás ahora cuelguen allí la ropa para secarla. Antes tenía otras utilidades, como controlar la fuerza de Paquito, el hijo mayor, dominada a dominada. También medía la intensidad celosa de Sandra, la pequeña, que trepaba hasta arriba para lograr superar a su hermano. Si él hacía diez; ella, doce. Siempre fue -es- así. Y así, cuando él iba para karateca y ella para bailarina... pues que no. Ella también karateca.

De aquel afán por superar a Paquito, y a si misma, siguió tirando Sandra Sánchez en posteriores episodios de su vida, especialmente cuando la Federación Española de Kárate dejó de convocarla después de que la adolescente manchega había abandonado el entrenamiento en el Centro de Alto Rendimiento para regresar a Talavera, donde su madre luchaba contra el cáncer.

Tardó una década en regresar del exilio, ya treintañera, y lo hizo como acostumbra, haciendo ruido y por todo lo grande: 35 victorias seguidas en torneos la catapultaron al Libro Guinness de los Récords y su obra se cerró con el más difícil todavía: Europeo, Mundial y Juegos Olímpicos en un mismo año. 

Y ahora, la retirada Sandra Sánchez llega a la entrevista en plena forma. Se ríe una y otra vez y dice que no vuelve al kárate... quizás porque todavía no se ha terminado de ir, la muy cabezota.

Sandra Sánchez, una karateca de leyenda.
Sandra Sánchez, una karateca de leyenda.
Carlos Gámez

¿A qué hora suena ahora su despertador?Igual que antes, 7, 7.30. Trato de seguir la misma rutina que antes, preparo las cosas y me voy a entrenar.

¿Pero sigue entrenando?
Sí, mínimo tres horitas.

¿Es masoca o algo así?No, soy karateca. Siempre intento explicar que competir es una parte de este deporte, pero el kárate es una parte de la vida y a mí me gusta entrenar, disfruto haciéndolo, intentando mejorar. Si me quitas entrenar me quitas parte de mi felicidad, y no quiero.

¿Ensaya frente al espejo las caras durante las katas como lo hacía antes?Cuando me levanto no, pero en el tatami sí que entrenas la forma de mirar, esa mala leche. Al final, competir es también un teatro y había una parte que yo no controlaba, el proceso de antes, cuando te cruzas con el resto de rivales. Antes yo era muy vergonzosa, me iba al rincón, lejos de todo el mundo a preparar mis katas. Tuve que trabajar la seguridad en mi misma, a calentar delante de todo el mundo, a devolver miradas... porque ahí se gana y se pierde ya un campeonato. Ese teatro hay que entrenarlo. En competición era una malota total.

¿Siente nostalgia?Muchísima.

¿Lo que más echa de menos?Esa presión, los nervios, las mariposas en el estómago. La adrenalina que te produce competir y ganar no te lo produce nada; nada te produce una emoción tan fuerte en tan poco tiempo como ganar en la competición. Disfruto de mil cosas de la vida, pequeñas y grandes, pero ese subidón solo lo tienes ahí.

¿Y por qué no sigue?Porque creo que he cerrado el ciclo como yo quería. He disfrutado de todo al 100%, he exprimido mi carrera al máximo. Me propuse cosas que creía que no iba a conseguir y lo logré. Y el último año me sirvió para despedirme de todo, para permitirme sentir tristeza, llorar por mi retirada. La gente me decía que no llorara, pero yo quería llorar, sentirme triste porque eso significa que lo disfruté al máximo. Pude despedirme como quise. Fue perfecto.

¿Y si en los Juegos de París 2024 hubiera kárate?Posiblemente habría seguido, porque el ciclo además es más corto.

¿Mentalmente cómo ha gestionado la tristeza de la retirada para que no fuera a más?Yo creo que la edad en la que empecé en el deporte me ha ayudado. Todo lo que al principio me perjudicó, por darme la oportunidad tan mayor, me vino bien. Ya he vivido momentos muy difíciles en la vida, en aspectos personales, y los he tenido que gestionar, conocer tus sentimientos. Y así, cuando vuelve a llegar ese momento, te sabes gestionar a ti misma, sabes vivir ese momento. Hay que pasar por esos momentos de tristeza.

No me cuesta mantener esa imagen de felicidad porque soy feliz, pero sí que me cuesta socializar

¿Y cómo es usted en esos momentos?
Pues depende un poco del momento. En el último Europeo había mucha gente alrededor y necesitaba salir de ahí, vivirlo para mí. En general, me apoyo mucho en Jesús, mi pareja, que también lo vive, y lo hablo con naturalidad. Hablo de mis sentimientos tranquilamente. Eso es muy importante.

¿Le cuesta mantener esa imagen de felicidad constante?No me cuesta, me sale sola porque de verdad soy muy feliz. Lo que me cuesta es socializar.

¿Le cuesta socializar a usted?Sí. La primera toma de contacto con la gente es fácil, pero cuando paso más tiempo mi cerebro ya tiene mucha información y no tengo claro en qué lugar estar, si lo que cuento interesa... y mi cerebro no para de dar vueltas constantemente a cosas. Con los años y el tiempo lo vas trabajando, pero no me resulta fácil. Me resulta fácil ser feliz, porque lo soy, pero me roba energía encontrar mi lugar entre la gente.

¿Por qué piensa que lo que cuenta no interesa?Es que las cosas han cambiado con el tiempo. Ahora la gente quiere escucharte, pero igual hace unos años no era lo mismo. Y pensaba que podía aburrir, enrrollarme mucho. Mi cabeza no deja de pensar esas cosas.

Tiene usted una lavadora ahí arriba...Sí, jajaja, mi cabeza no deja de dar vueltas durante las 24 horas del día.

GIF Entrevista Sandra Sánchez. Kárate.
Sandra, una mujer de mil caras.
Jorge París

Regresando al comienzo de la historia, ¿tan mal bailaba a los 4 años? ¿Ni graciosa era?No era cuestión de bailar mal o bien. Era una cuestión de envidia pura por mi hermano por lo que empecé en el kárate. He sido la hermana pequeña, pero yo siempre he querido hacer lo que hacía mi hermano, igual o mejor. Si él hubiera hecho baile, yo hubiera hecho baile. Pero a él lo apuntaron a kárate y a mi a baile. Yo no sabía lo que era el kárate, pero si a él le apuntaban, ¿por qué a mi no? Con el carnet de conducir pasó lo mismo. Mi padre ya me decía que 'sí' por no oírme. Él me decía: 'Mira hija, yo no te deseo nada malo, solo te deseo una hija como tú'.

¿Cómo fue su adolescencia en Talavera?Mi infancia muy bien, pero después la juventud fue más complicada. Me costó mucho encajar. Yo no bebía, nunca, y es difícil encajar si no bebes en la adolescencia. Y mantenerte en eso a la vez que quieres seguir en el grupo y ser guay... cuesta. Cuando atravesaba ese momento mi madre enferma, tuve un ataque de tres chicos una noche... Hubo un cambio en mi personalidad, del blanco al negro. Me reconvertí en una persona más fuerte y más independiente.

¿Qué pasó aquella noche?
Una noche, tres chicos me atacaron y pude escapar de ellos porque me defendí y salí corriendo. No sé lo que hubiera pasado si me hubiera bloqueado. Pero ya no es solo eso, es el momento traumático de vivir eso y pensar por qué todo me tenía que pasar a mí.

Cuando su madre enferma usted está en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, pero vuelve inmediatamente a casa, ¿dudó?No, entré mes y medio antes y, según me llamó mi padre y me lo contó, yo ya estaba haciendo las maletas. Esa decisión ni se piensa, sale. Lo que no pensé es que tuviera las consecuencias que tuvo. Yo quería estar en casa, yo quería despertarme y que mi madre supiera que estaba allí. Ahora solo ves si la persona se cura... o no, pero hay un proceso muy duro de año y medio, la quimio, levantarte por la noche, cuidarla en el baño. Y yo quería que mi madre supiera que estábamos ahí y que ella no estaba sola. Pero seguía entrenando en Talavera y no pensaba que aquello me llevara a un lista negra de la que no saldría nunca.

¿Ha hablado mucho con su madre de aquellos momentos?
Al principio no. Hemos hablado con el tiempo porque ella también tenía que gestionar todo eso. Pero luego te das cuenta de que mi madre también llevaba una mochila de sentirse culpable de que yo no hubiera tenido esa oportunidad. Ella lo pensaba, aunque no me lo dijera, pero sé que lo pensaba. Por eso fue tan emotivo cuando gané mi primer Mundial en Madrid, porque estaba mi familia. Me di la vuelta y la vi llorando y llorando, se estaba quitando una mochila de muchos kilos y años. Y me puse a llorar yo también, claro. Yo sentía que se quitaba una presión del pecho y que yo le estaba dando algo.

Entra en esa lista negra y se marcha a AustraliaSí, yo competía pero nunca me seleccionaban, quedara como quedara, era igual. La Federación sentía que yo les había perjudicado y a mí solo me llegaba eso, que eso tenía repercusiones. Por fortuna, mi relación con la actual federación es muy buena. Así que me marché tras acabar mi carrera universitaria por una oportunidad de una beca de inglés. Me busqué un trabajo, daba clases de kárate y me quedé un año allí. Fue un poco una oportunidad de pensar en mí, porque mi madre ya estaba bien.

¿Y qué tal Australia?Sería en el sitio en el que viviría de todos los que conozco. Me encantó la energía que transmitía la gente. Siempre había alguien en la calle, haciendo deporte, todos te intentaban ayudar, explicar cosas, lo que hiciera falta. Era genial.

Y después, a la vuelta... cambia su suerteSí, mi maestro, que ya era presidente de la Federación, y Jesús me dicen que volviera a competir. Yo ya me había olvidado de la competición, mucho más que ahora, ni lo echaba de menos. Pero como Javi, mi maestro, me lo pidió y hay una tradición de que siempre tienes que hacer caso a tu maestro... pues volví.

Volvió y no dejó de ganar ¿Por qué ese salto de calidad?Yo había estudiado Ciencias del Deporte y sabía que tenía unas cualidades físicas muy buenas. Creo que tengo un talento natural para el deporte, que no me cuesta. Sabía que si explotaba esas cualidades podía ser la leche llevándolo a los katas. Yo sabía que Jesús era igual de friki en ese aspecto y podíamos crear algo muy bueno en el kárate. Él se negó, hasta que lo convencí.

35 torneos seguidos ganando y entra en el Guinness...El Guinness era algo que veías de niña y creías que no existe. Me hizo muchísima ilusión porque era algo para lo que no estaba preparada, me llegó por sorpresa. Fue un email que me enviaron y yo pensé que me tomaban el pelo. Luego lo celebré con Jesús, dando saltitos: solo con él puedo ser 100% yo.

¿Cómo se pasa del entrenador ultraexigente a la pareja?Pues mejor de lo que la gente imagina. Tuvimos que adaptarnos un poco pero el kárate también ayudó, porque es una disciplina en la que el respeto es total y apenas se habla.

¿Se generaron malos rollos con el resto del equipo?Sí, alguno hubo y tuvimos que reunirnos varias veces. Había gente que le reprochaba que después de entrenar se fuera conmigo, y él les decía: 'Es que me voy con mi mujer, no con Sandra'. Hubo que llegar a un punto de equilibrio en el punto de trabajo.

¿Le llegó a afectar que la criticaran por volver a la competición de élite pasados los 30 años?
Sí, porque cuando se cuestiona eso...no se puede cambiar. Entonces era algo contra lo que no podía luchar. Yo solo podía entrenar más. Me sentía muy impotente cuando me decían eso. Solo puedo demostrarte las capacidades que tengo y estaba super perdida. En esa época, además, estaba viviendo en Dubai, y la información llegaba a cuentagotas y pensaba que no me iban a convocar porque llevarme con la selección tenía más problemas que beneficios.

¿La vida en Dubai como fue?
Viví dos años y medio allí. Para mi fue la gran oportunidad, porque podía competir sin tener que hacerlo por un país; competía por un club. Y así pude ver mi nivel internacional. Ellos me propusieron competir bajo su nombre primero, y luego ir a vivir allí. Empecé a ganar en el circuito mundial y en España se empezó a conocer lo que hacía. Culturalmente la historia fue más complicada.

Tema de derechos de la mujer...Sí. Mira, en el pabellón donde entrenaba había un cartel de lado a lado que ponía: 'Todos los deportes de hombres son bienvenidos'. ¿Es necesario algo así? ¿Me voy? Chocas contra muchas cosas y no puedes estar todo el rato así, porque tienes que encontrar el equilibrio entre adaptarte y seguir manteniendo quién eres. Entonces, costó.

¿Se metió en problemas?Pues alguno, porque al final somos como somos y en el momento que menos esperas, surge. Un día terminamos un seminario y Jesús se quedó hablando con los hombres de allí. Yo cogí mi mochila y le hice un gesto como para irnos. Y viene un papá de los niños a los que entrenábamos y me dijo: 'Sandra, ya llevas mucho tiempo aquí como para saber que no puedes hablar en público a tu marido delante de otros hombres'. Salí del paso como pude, porque tampoco puedes enfrentarte constantemente. Sin querer pasan cosas cada día.

En la final olímpica contra Shimizu dijo que solo se llevaría el oro si entregaba todo el corazón... ¿ese es el lema de su vida?
Yo creo que sí, porque siempre lo hago. Eso me supone sufrir mucho, pero también ser inmensamente feliz.

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