El rapero puertorriqueño Bad Bunny es probablemente la mayor estrella musical del mundo en estos momentos, pero sabe hacer muchas otras cosas bien, como demostró este sábado participando en el evento Backlash de WWE, donde ofreció una lucha y un espectáculo mucho más que notables para alguien que no es profesional del wrestling.

Con su aparición en WrestleMania (la SuperBowl del 'pressing catch') el mes pasado como trasfondo para armar la historia y la lucha, Bad Bunny se ha pasado las últimas semanas calentando su rivalidad con Damian Priest, amigo personal del cantante también de origen boricua, con quien de hecho debutó en un ring de WWE hace ya un par de años.

Un choque que fue subiendo la temperatura cada semana, apoyado en leyendas como Rey Mysterio y en otros luchadores de origen latino, hasta desembocar en el evento principal de la velada en el primer evento en vivo que la empresa estadounidense celebra en Puerto Rico desde 2005. 

Una noche histórica, en la que Bad Bunny estuvo a la altura y superó todas las expectativas, con un arsenal de movimientos digno de una auténtica superestrella del negocio. Y es que es una superestrella a fin de cuentas, como demuestra su entrada al combate en San Juan. Cientos de miles coreando uno de sus grandes éxitos, 'Chambea', mientras él caminaba al ring escoltado por las voces de sus fans.

Cada vez que el popular cantante ha subido a un ring de WWE, ha demostrado que posee dotes naturales para el arte del deporte espectáculo. De hecho, ha confesado en multitud de ocasiones que es un fan acérrimo del wrestling, un deporte con mucha cultura en Puerto Rico. Y, sin embargo, cada vez que asoma la cabeza para involucrarse físicamente en alguna historia, sorprende cada vez más su soltura y su destreza.

Al micrófono lógicamente no tiene ningún problema, pero probó al mundo de qué pasta está hecho en el cuerpo a cuerpo. Recibió todos los golpes habidos y por haber de uno de los golpeadores más duros de la industria, por muy amigo personal que sea de Bunny; atravesó una pila de mesas con su propio cuerpo, sin más protecciones; y finalizó con victoria para hacer estallar en júbilo a los asistentes, ejecutando uno de los movimientos más complejos y difíciles de llevar a cabo de forma segura, efectiva y vistosa: el Canadian Destroyer.

Es muy probable que, dada su popularidad y su talento innato para entretener incluso desde un ring, no sea la última vez que le veamos pelear. Para WWE, Bad Bunny es uno de sus fans más famosos, la llave para acceder de lleno al mercado latino, y para Bad Bunny, es un sueño de niñez poder formar parte de los shows de la empresa. Tanto, de hecho, que no le importa poner su integridad física en peligro como lo hizo este sábado.

Además, Bad Bunny tiene una ventaja, y es que luce creíble sobre el ring y no desentona como otros famosos en el pasado (véase Shaquille O'Neal, Snoop Dogg...). El youtuber Logan Paul, sin ir más lejos, es el mejor ejemplo. Ya ha tenido un combate por el título mundial gracias al carisma que desprende, al poder de atracción de fans que posee, y a la habilidad física y técnica que ha demostrado en el cuadrilátero... ¿Será Bad Bunny el próximo?