El dilema Ansu Fati atormenta al Barça

Ansu Fati, en el banquillo del Barça, donde ha pasado buena parte del año.
Ansu Fati, en el banquillo del Barça, donde ha pasado buena parte del año.
Juan Manuel Serrano Arce
Ansu Fati, en el banquillo del Barça, donde ha pasado buena parte del año.

Ansu Fati ha pasado en apenas dos años de ser el prospecto más prometedor de La Masía desde Lionel Messi, a suponer un problema para el Barça a todos los niveles. No es agradable admitir una realidad tan cierta y cruel como las lesiones que le han lastrado y mermado hasta tal punto que han drenado todo el desparpajo y la confianza que le caracterizaban, pero es la realidad que vive el extremo hispano-guineano.

El origen del problema está claro. Físicamente sigue sin ser el mismo que era antes de sus problemas de rodilla y las múltiples operaciones que acometió para sanar. Ha perdido mucha velocidad, explosividad, y la elasticidad de sus movimientos, aunque conserva intacto su instinto goleador innato. Sin embargo, lo peor son las consecuencias, porque el miedo que se ha instalado en su cabeza a poder recaer, incluso muchos meses después de recuperarse por completo, paraliza su rendimiento.

Se nota en cada jugada, en cada gesto, que Ansu Fati no confía en sí mismo, ni en su físico. Su entrenador, Xavi Hernández, urgido por la imperiosa necesidad del club azulgrana por conseguir resultados deportivos (y económicos) inmediatos, tampoco. Apenas le da oportunidades, bien porque no se lo puede permitir si quiere trofeos, bien porque no está al ritmo de sus compañeros. Para Luis Enrique, por ejemplo, tampoco lo estaba en la Selección española.

Para colmo, su relación con la entidad culé no es la mejor de un tiempo a esta parte. Cambió de agente a Jorge Mendes para renovar su contrato cuando más desesperado se encontraba su propio equipo por retener estrellas, después de la marcha de Messi, de quien además heredó el mítico ‘10’ blaugrana, el número más venerado por la parroquia culé. Logró lo que quería advirtiendo de una posible marcha a la Premier League, pero la relación con la cúpula del club no volvió a ser la misma.

De hecho, esa relación está prácticamente rota, desde que Bori Fati, padre del jugador, apareciese hace unos días ‘rajando’ del club de la ciudad condal y del trato recibido por su hijo, para quien reclamaba curiosamente el apoyo y el trato institucional que recibió Vinícius Júnior (con quién siempre ha sido comparado) por parte del Madrid cuando peor lo pasó recién llegado a España.

La relación no es buena con la directiva, y con sus compañeros cada vez menos. El sueldo de Ansu, que crece además año a año, es ya de los más elevados de la plantilla, mientras su aportación deportiva está siendo ínfima, lo que empieza a enturbiar su relación con el resto del vestuario. Sólo le queda el favor de la afición, que por el momento no le ha dado la espalda, pero el Barça sabe que no está bien, y ellos tampoco.

En el plano deportivo no aporta nada parecido a lo que se esperaba de él, y la entidad no tiene el tiempo ni el dinero para una apuesta a largo plazo por un jugador que podría no volver a ser nunca lo que prometía que sería. Cada curso económico supone un quebradero de cabeza abismal para Joan Laporta, y como cada año hay nombres en la rampa de salida para hacer caja y cuadrar cuentas.

Frenkie de Jong o Andreas Christensen son candidatos, pero Ansu Fati gana cada día más enteros para ser quien se despida del Camp Nou este mismo año, ya que el Barça buscaría aprovechar su todavía buen cartel para sacar tajada de su traspaso, sin importar que sea (o haya sido) el canterano elegido para guiar al Barça a la nueva era.

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