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El Dortmund se hunde en Stamford Bridge y Sterling y Havertz mandan al Chelsea a cuartos de Champions

Los jugadores del Chelsea celebran uno de los goles.
Los jugadores del Chelsea celebran uno de los goles.
EFE
Los jugadores del Chelsea celebran uno de los goles.

El Chelsea se clasificó para los cuartos de final de la Champions tras una apretada eliminatoria que en la que los goles de Sterling y Havertz de penalti remontaron (2-0) el tanto de renta que tenían los alemanes del encuentro de ida.  El equipo blue, con un gran Joao Félix, dominó a placer en la primera mitad, en la que igualó la eliminatoria. En la segunda marcó de nuevo y se defendió después con acierto.

Los de Potter, que salva el cuello, se meten por tercera temporada consecutiva en cuartos de final de la Champions y dan aire a una temporada en la que esta competición es lo único a lo que pueden agarrarse.

Lo sabía la afición y por eso calentó la previa hasta rozar la intervención policial en los alrededores de Stamford Bridge, donde el azul de las bengalas teñía el aire. Para darle más epicidad al encuentro, este tuvo que retrasarse diez minutos porque el autobús del Dortmund llegó tarde al estadio.

La tardanza no enfrió a un Bridge que cambió rápido de color, al amarillo de las bengalas de la caliente afición germana. Pero en el campo era otra historia, el Chelsea, empujado por el ambiente de las grandes noches europeas, empezó a llegar a portería con asiduidad.

Un paradón de Meyer a Joao Félix, una volea de Havertz al palo, un golazo del alemán anulado por fuera de juego previo de Sterling... El torrente de ocasiones fallidas era un claro reflejo de lo que es este Chelsea, carente de un nueve puro y con muy poca confianza de cara a portería.

Ni siquiera el 1-0, al filo del descanso, no se libró de ese aire de aleatoriedad que impregna cada ataque de los 'Blues'. Chilwell ganó línea de fondo tras un jugadón de Havertz y Sterling erró su primer disparo con una patada al aire. La suerte, esa que no se ve por el Bridge desde hace tiempo, le sonrió y la pelota siguió en sus pies. Se la llevó a trompicones ante un central y fusiló a Meyer.

Fue un gol liberador, pero no suficiente para tumbar una maldición, porque nada más salir del descanso, Chilwell forzó un penalti por mano de Wolf. No lo vio el árbitro, sí el VAR. Havertz, tirador tras la marcha de Jorginho, lo mandó al palo. Un clásico de este Chelsea, la suerte miraba para otro lado.

Sin embargo, el VAR advirtió algo, una invasión de área. Se tuvo que repetir la pena máxima y Havertz optó por el mismo lado, pero unos centímetros más alejado del palo. Esta vez sí hubo gol. La primera vez desde el 27 de diciembre que el Chelsea anota dos goles en un partido.

Lo intentaron los alemanes a la desesperada, pero sin ningún tipo de fuelle y energía; apenas un par de ocasiones erradas por Bellingham fue el bagaje del arreón de treinta minutos finales del Dortmund, que desaparece de Europa a la vez que emerge un Chelsea irregular, pero que ya está entre los ocho mejores del continente.

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