La imagen de Kylian Mbappé frente a Inglaterra el pasado sábado estuvo bastante alejada de las prestaciones que el extremo francés puede ofrecer, y dejó un poso de preocupación en los aficionados galos. Todos los focos apuntaban hacia él ante los ‘Tres Leones’, pero Mbappé apenas logró superar un par de veces a Walker en su duelo particular y registrar un solo disparo que además no fue ni a puerta. De hecho, fue Mbappé quién dependió de sus compañeros, Tchouameni y Giroud, para que Francia siguiera viva en el Mundial de Qatar.

La estrella del PSG estuvo desdibujada durante todo el encuentro y no pudo ampliar su cuenta goleadora (5) en el torneo. Mbappé volvió a fallar en un partido clave, algo que no es habitual, pero que ha sucedido más veces de las que uno podría imaginar en su carrera. Un problema para quien quiere ser el mejor jugador del mundo, que plantea también muchas cuestiones en el seno de la selección francesa a tan solo dos partidos de poder revalidar su título mundialista.

Nadie pone en duda la valía de Mbappé. Simplemente preocupa la dependencia que ha desarrollado Francia en torno a su máxima figura, que a veces sucumbe a la presión y desaparece en momentos críticos. No lo parece desde luego si se observan sus estadísticas en los mundiales: anotó en la final de Rusia 2018, ha marcado en 9 de los 12 partidos de Mundial que ha jugado, y ha hecho 5 de sus 9 goles en Mundiales en partidos a eliminación directa, cuatro de ellos en octavos de final (dos frente a Argentina en 2018 y otros dos contra Polonia este año) y uno en la final contra Croacia de hace cuatro años.

Aun así, la sombra de la duda planea sobre su figura, y vienen al recuerdo de los aficionados ‘Bleus’ partidos como el de Túnez, donde apenas contó con 20 minutos para intentar dar la vuelta al marcador. En 2018 también sufrió altibajos en instancias decisivas, como los cuartos de final ante Uruguay o las semifinales ante Bélgica, donde fueron sus compañeros quienes sacaron las castañas del fuego para Francia.

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Lo realmente llamativo es que esos ‘casos aislados’ de desconexión son mucho más frecuentes en las actuaciones de Mbappé con su club, el Paris Saint-Germain, con el que ha sido mucho menos determinante en momentos más delicados o decisivos, como en Champions League. Por eso Kylian sabe que debe ganar este Mundial, para cimentar su legado y establecer su propia leyenda, aún en construcción a sus 24 años.

Con el club de su ciudad, el parisino de Bondy ha sido incapaz de ganar el único trofeo que se le resiste al PSG, por el que fue fichado y por el que suspiran sus dueños qataríes: la Liga de Campeones. De hecho, a nivel individual, su mejor actuación fue la de su debut con aquel Mónaco semifinalista que venció al City de Guardiola, cuando apenas tenía 17 años, haciéndole tres goles a los ‘citizens’, otros dos al Dortmund, y uno más a la Juve antes de caer.

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Después fichó por el PSG, rechazando por primera vez al Real Madrid, y cayó en octavos de Champions precisamente contra los blancos sin poder brillar. Al año siguiente, otra vez en octavos, fue el Manchester United el que apeó al PSG de Europa. Mbappé logró un gol en Old Trafford, pero cuajó un pésimo partido de vuelta en el Parque de los Príncipes. La temporada 19/20 sí que logró llegar a la final, perdida ante el Bayern Múnich, aunque una lesión en el tobillo tampoco le permitió contribuir como debería y no hizo goles en las eliminatorias.

Los dos últimos años, cuando su nombre volvía a sonar para llegar a España, lo único que consiguió fue eliminar a un mal Barcelona con una actuación individual soberbia, pero insuficiente después contra el Bayern en cuartos de final. El último capítulo lo escribió frente al Real Madrid, pero su superioridad en el uno contra uno no fue suficiente tampoco para superar la magia del Santiago Bernabéu. ¿Qué versión ofrecerá ante Marruecos?