El del fútbol no es el mundo más transparente, pero las coyunturas que rodean al Mundial de Qatar son especialmente sombrías, desde las oscuras circunstancias de la adjudicación de la sede, en 2010, a la vulneración de los derechos de las mujeres, los homosexuales y los trabajadores. La servidumbre energética y el pragmatismo pesan mucho. Pero eso no obliga al silencio, que es todavía peor que la hipocresía que denuncia el presidente de la FIFA para acallar las críticas.
OPINIÓN21.11.2022 - 06:28h
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