Fernando Alonso quiere liarla en Azerbaiyán. Lleva varios meses escuchando críticas, leyendo rumores que apuntan a que le van a levantar el asiento para 2023 y por eso en Bakú, donde ya en 2021 realizó una de sus mejores actuaciones de la temporada, quiere celebrar su último récord mejorando su resultado de Mónaco.

Cuando acabe el domingo, Alonso se habrá convertido en el piloto con la carrera profesional más larga de la historia de la Fórmula 1. Desde su debut en el GP de Australia de 2001 hasta la carrera del GP de Azerbaiyán de 2022 habrán pasado 7.700 días, o lo que es lo mismo, 21 años, 3 meses y 8 días. Supera a un Michael Schumacher cuya trayectoria en el Gran Circo duró 21 años y 3 meses exactos, 7.763 días, desde el 25 de agosto de 1991 hasta el 25 de noviembre de 2012.

Lo decía antes de la disputa de los libres, en una rueda de prensa en la que compartió micrófono y plano con Lewis Hamilton y Sebastian Vettel, viejos rivales por el título y los hombres que le rindieron honores en su primera retirada en 2018: Alonso quiere que el domingo sea una carrera salsera para lograr un gran resultado. 

Alonso, a sacar el orgullo en un Bakú donde logró una de sus grandes hazañas en 2021

La pérdida de rendimiento desde las primeras carreras es notable y por eso Alonso necesita que la carrera del domingo sea un poco movida. "En Australia estábamos cerca de Ferrari, Red Bull y Mercedes, pero ahora están un poco lejos. Quizá ahora no estemos en esa posición o no merezcamos luchar por el podio, quizá nuestra posición es séptimo", señaló, antes de recordar que las de Bakú son carreras especiales. 

"Todos queremos algo de acción el domingo. Es un circuito de carreras muy característico. Normalmente los coches sufren mucho en Mónaco, Singapur y circuitos así en términos de suspensiones, pero aquí todos venimos con un monoplaza muy bajo que provoca errores y da espectáculo para la carrera", avanzaba el asturiano.

Alonso pidió caos y tuvo caos en forma de 'porpoising'. El temido efecto rebote que ya se ha convertido en un problema recurrente vive su máxima expresión en Bakú, cuyas condiciones lo hacen el caldo de cultivo perfecto: asfalto bacheado, largas rectas y reglajes de suspensiones bajas. Sólo hay que ver cómo lo sufrieron algunos pilotos, incluido el hombre más rápido (y gran candidato al fin de semana) Charles Leclerc.

Leclerc fue el más rápido del viernes, por delante de Sergio Pérez y de un Max Verstappen que sufrió problemas (otra vez) con el DRS, un elemento clave en las dos zonas de este fin de semana. El neerlandés, que defiende el liderato, acabó por delante de un piloto poco habitual en esta zona: Fernando Alonso. El asturiano fue 4º en el primer día de trabajo en las calles de Bakú.

Recogerse con los grandes

Alonso viene de Mónaco con su gozadera a tope. El mejor resultado de la temporada le permitió acabar con una lamentable racha fuera de los puntos y quiere aprovechar que ha encontrado el ritmo. Su objetivo es acabar en el podio, así de simple de decir y complicado de hacer: sabe cuáles son los pasos que debe dar, pero no muy bien cómo darlos para que el baile le salga perfecto.

Para paliar ese ligero déficit de rendimiento que tiene con los Ferrari y los Red Bull, Alonso se ha aliado con un arma que no todos saben usar: el rebufo. El cuarto tiempo que logró en los segundos libres le permitieron recogerse con los grandes: acabó detrás de un Ferrari y de los Red Bull, pero por delante de un Carlos Sainz que se quedó ligeramente descompasado.

Aún es pronto, pero lo cierto es que Alonso se ha plantado en la pista de baile con ganas de ser el centro de atención. Habrá que ver si él y Alpine logran mantener el paso de sus rivales en un sábado que se antoja mucho más igualado en la parte alta de lo que a él le hubiera gustado, pero de momento ya ha lanzado una advertencia al resto: ya sabe lo que es caminar por arriba del mambo.