Por mucho que la tecnología llegue al fútbol, muchas veces hay imponderables que afectan al desarrollo de los partidos. El último ejemplo se vivió en el Sevilla - Granada que se llevaron los nervionenses y que les mantiene como una de las grandes alternativas a los tres grandes.

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Restaba un minuto para el final cuando el colegiado Ricardo de Burgos Bengoetxea pitó el final. Sus asistentes se vieron sorprendidos, porque según sus cuentas aún faltaba otro, y así se lo hicieron saber. Los jugadores del Granada también fueron hacia él porque sabían que tenían margen aún, y dado que estaban atacando con un 2-1 en contra, creían en el empate.

La situación se fue de madre. Lopetegui decía que "no, ya está". El árbitro pedía ayuda a los linieres, que le sacaron del error y mientras, algunos futbolistas ya se habían quitado hasta las medias. El colegiado sólo podía pedir perdón, pero el minuto se acabó jugando. Así lo vivió, como captó la siempre incisiva cámara del programa 'El Día Después':

"¡Que se me ha parado a mí!", decía el árbitro, intentando justificarse, mientras intentaba solventar la papeleta. Al final, ese minuto extra se demoró casi 8: Acuña se había descalzado, Fernando ya se había cambiado la camiseta con un rival, los sets de entrevistas ya ocupaban un trozo del campo... No estaban ni los recogepelotas, que ya se habían retirado.

El colegiado explicó en el acta del partido lo sucedido: "Debido a un error de cronometraje, y aunque había indicado que se iban a jugar 4 minutos de añadido, indiqué el final del encuentro en el minuto 93. Tras ser advertido del error por mi equipo arbitral, solicité al equipo local que regresara al terreno de juego para así jugar el minuto que faltaba por disputarse. Tras jugarse ese minuto no disputado previamente indiqué el final del partido sin ninguna otra incidencia."